Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4954
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Un jardín maternal… y faro de esperanza

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Ya son más de 60 los niños de la villa 1-11-14 que asisten a este centro que busca evitar que caigan en la exclusión

La inauguración del jardín maternal Virgen de Itatí a principios de 2011, por parte de los curas villeros, muestra la mejor cara de la villa 1-11-14 del Bajo Flores. Su obra refleja todo lo que se puede lograr en un contexto de marginación cuando la voluntad y el esfuerzo van de la mano. Además, este año sumaron otro éxito, al incorporar la sala de 5. Hoy en día ya son más de 60 los niños de la villa de entre dos y cinco años que asisten al jardín.

La iniciativa surgió a partir de los pedidos de los vecinos por falta de vacantes en otras instituciones de la zona y logró materializarse gracias al empeño conjunto de toda la comunidad, que organizó actividades y rifas para recolectar dinero, de aportes privados y del apoyo del arzobispado de Buenos Aires.

Gustavo Carrara, párroco de la iglesia Santa María Madre del Pueblo, explica que este proyecto es preventivo, ya que genera aportes reales para que los niños no caigan en la exclusión. La institución, que busca brindar contención desde temprana edad y responder a la inquietud de los padres que no tienen dónde dejar a sus hijos cuando van a trabajar, es el segundo de este tipo, ya que los sacerdotes cuentan además con una guardería desde 1971, próxima a la parroquia, en otro sector de la villa.

La repercusión de la apertura del jardín en el barrio fue inmediata. Carrara cuenta: “De cada diez chicos que preguntan para entrar, sólo a uno le podemos decir que sí”.

En uno de los pasillos angostos de la villa, desfilan un grupo de niños en delantales color azul y rosa que salen de este jardín, que, además de ser gratuito, es el primero que se encuentra dentro del barrio. La Dirección General de Educación de Gestión Privada (Dgegp) del gobierno porteño es la encargada de los sueldos de los docentes.

Johanna Leal, directora de la institución, explica, mientras camina entre las salitas modernas del edificio, que el equipo de 16 personas, entre directivos, maestras y docentes especiales, intenta respetar la identidad cultural de los niños, que son en su gran mayoría bolivianos -aunque hay también paraguayos y argentinos- y abren las puertas para integrar a la familia en el aprendizaje del chico. Con el objetivo de asimilar las diferentes visiones culturales, tres de las docentes del jardín son de la villa y otras dos provienen de Bolivia.

Además, cuentan con el apoyo de un gabinete psicopedagógico de la Universidad Católica Argentina (UCA), para los casos de chicos con problemas en el hogar. “En este sentido -dice Leal- es elemental trabajar con los sacerdotes de la parroquia que conocen de cerca a las familias y sus necesidades.”

Al ver lo bien que funciona este proyecto y el impacto que tiene en el barrio, el sacerdote Carrara confiesa: “Nuestro sueño es abrir una escuela secundaria”.

Todos aquellos que quieran colaborar con esta iniciativa pueden hacerlo comunicándose al (011) 4139-0402 o escribiendo a carrara_gustavo@yahoo.com . .

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