De Flores para el mundo

Escribe María Eugenia Vidal (*)

Nuestro barrio de Flores hoy está en boca de todos. Y por una noticia que nos llena de orgullo y emoción. Le hemos dado al mundo un líder espiritual, un ejemplo del amor fraterno, un Papa Bueno. Como saben, nací, me crié, jugué y viví en este barrio hasta mi casamiento.

Nuestra casa estaba en Bonifacio y Membrillar. Fui al colegio De la Misericordia, el mismo donde estudió y tomó la primera comunión el ahora Papa Francisco. Y con mis amigas, jugaba en la plaza del mismo nombre, que está enfrente, sobre la avenida Directorio.

Mi relación con el barrio de Flores está marcada desde el corazón, desde el recuerdo de esos momentos de la infancia, la adolescencia y la juventud que quedan grabados para siempre. Estamos compartiendo ahora un nuevo y extraordinario motivo de alegría: con todos los porteños, con todos los argentinos, con todos los latinoamericanos y desde ahora también con todo el mundo.

El Papa Francisco ya no es sólo nuestro, pero siempre será el más ilustre vecino del barrio. También será el Papa de las palabras  y los gestos ejemplares. Sus primeros pasos como Pontífice nos confirmaron lo que ya sabíamos de él: su elección preferencial por los pobres, su abnegación, su compromiso con el trabajo para servir al prójimo, su austeridad.

Con mucha esperanza -y como él mismo lo pidió cuando se asomó por primera vez a la Plaza San Pietro del Vaticano-, todos estamos rezando por él para que su Papado contribuya a tener un mundo mejor, más justo y más solidario para todos.

(*) María Eugenia Vidal es vicejefe de Gobierno porteño.