Escribe Nestor Montesano
Afines del 2002 la Legislatura de
la Ciudad de Buenos Aires
aprobó la ley 962, llamada de accesibilidad,
que modificó sustancialmente
buena parte del código de
Edificación. En esencia, se trata de
que cada nuevo edificio que se
construya, sea privado o público,
resulte accesible a toda persona con
capacidades físicas diferentes, eliminando
las llamadas “barreras arquitectónicas”.
Se entiende así a los
impedimentos físicos que presenta
el entorno construido para las personas
con alguna discapacidad o
circunstancias discapacitantes.
Este último concepto es fundamentalpara
entender la amplitudde
la ley ya que no se limita solamente
a las personas con discapacidades
físicas (motrices, sensoriales,
etc) sino que se incorporan las “circunstancias
discapacitantes” que
normalmente no son consideradas
y que comprenden a los factores
cronológicos (ancianos o niños
muy chicos), antropométricos (la
obesidad, el enanismo, el gigantismo)
o situaciones transitorias (el
embarazo, cargar bultos, niños en
brazos o en cochecito, etc)
De estamanera semodificaronmuchas
de las medidas que establecía
el código anterior, se definieron en
detalledispositivos tales comorampas,
escaleras o ascensores y se establecieron
estándares para baños,
barandas y hasta picaportes, entre
otras cosas.
Al principio hubo un importante rechazo
hacia esta ley, ya que se tomaba
como un exceso que todos los
edificios tuvieran esas características
porque se argumentaba que la
cantidad de gente con necesidades
especiales sería mínima en relación
al resto de la población y realizar los
dispositivos necesarios traería grandes
complicaciones o se perdería
mucha superficie utilizable y, por lo
tanto, rentabilidad.
Por suerte la solidaridad se impuso
a la fría especulación y se terminó
aprobando esta ley que modela
nuestros edificios actuales. Y el
tiempo demostró que no solo es posible
construir sin barreras arquitectónicas
sino que además resultan
construccionesmás usables para todos.
Porque pensar un recorrido
desde la vereda hasta el dormitorio
sin desniveles ayuda a una silla de
ruedas, pero también a un anciano
o a una embarazada.Las nuevasmedidas
de las escaleras las hacen más
cómodas para alguien con problemas
cardíacos y las especificaciones
para zócalos y pasamanos las vuelvan
más seguras para niños o gente
con bastón o muletas. Muchas
otras son las situaciones contempladas
por la norma y no tiene sentido
enumerarlas, porque lo importante
es entender que no se trató
de legislar para un grupo reducido
de gente, sino que las barreras
arquitectónicas nos afectan a
todos. Cualquiera puede sufrir una
discapacidad transitoria o permanente.