Buenos Aires, 20/11/2024, edición Nº 5191
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El Papa Francisco y el Mundial de los niños

El Pontífice cerró este evento destinado a menores de 18 años, que incluyó un encuentro en el Estadio Olímpico, con una misa solemne en la Plaza de San Pedro, que contó con un show del legendario actor Roberto Benigni; asistió la primera ministra italiana, Giorgia Meloni

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Con un show del célebre actor y director italiano, Roberto Benigni (La vida es bella) y una misa solemne muy distinta, fuera de lo común, el papa Francisco cerró este domingo la primera Jornada Mundial de los Niños (JMN) de la historia de la Iglesia católica, evento sin precedente que juntó este fin de semana a 50.000 chicos de 100 países de todos los continentes que, según anunció, volverá a celebrarse dentro de dos años, en septiembre de 2026.

Así como hace más de 40 años san Juan Pablo II “inventó” la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se da cada tres años en diversos países -la primera fuera de Roma fue en la Argentina, en 1987-, al darse cuenta en un encuentro con niños en el Vaticano, en noviembre pasado, que no había nada parecido para los menores de 18, el papa Francisco decidió crear la JMN. ¿El objetivo? Hablarles de la importancia de la paz en un mundo donde muchos de los 2300 millones de niños sufren por guerras, pobreza, cambio climático y migraciones forzadas. Según Unicef, más de 400 millones de niños viven hoy en situación de conflicto.

Entre los miles de niños que llegaron a Roma para la primera JMN, entre los cuales también de la Argentina, en efecto, había chicos de Ucrania, de los territorios palestinos y de otros países en guerra. En un primer gran encuentro que tuvo lugar ayer, sábado, en el emblemático estadio Olímpico, muchos de ellos, acompañados por el sacerdote franciscano Enzo Fortunato, organizador del mega-evento, dieron su testimonio.

De óptimo humor y divertido, el Papa, de 87 años y definido “el abuelo del mundo” por su coetáneo Lino Banfi, famoso actor italiano que participó de la JMN, interactuó con los niños, a los que le iba regalando caramelos que sacaba de una gran canasta blanca.

Tal como solía hacerlo de joven siendo jesuita y catequista en barrios pobres de San Miguel o más adelante, como arzobispo de Buenos Aires en eventos pastorales con niños, tanto en el evento del Estadio Olímpico, como en la misa de este domingo, para involucrar a los más pequeños, en lugar de pronunciar discursos aburridos, los invitó en todo momento a dialogar y a responder preguntas.

“Sé que están tristes por las guerras. Yo les pregunto: ¿ustedes están tristes por las guerras?”, les planteó. “¡Sí”, fue la respuesta, en coro, de los niños, que estaban acompañados de padres y abuelos! “¡No escucho!”, arengó el Papa, que siguió eeste juego todo el tiempo: “¿La guerra es algo lindo?”. “¡Nooo!”. “¿Y la paz, es linda?”. “¡¡Sí!!”.

En el Estadio Olímpico, al que el Papa llegó en papamóvil, aclamado por la multitud, y donde hubo cantos, bailes, desfiles con trajes tradicionales y hasta un partido de fútbol de 10 minutos con chicos acompañados por grandes estrellas de la talla de Gigi Buffon, también hubo espacio para las preguntas de los más pequeños. Algunas nada fáciles, como por qué hay personas sin casa y sin trabajo, que hizo un chico de Nicaragua.

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“Si pudieras hacer un milagro ¿qué harías?”, le preguntó una niña de Indonesia. “Es fácil: que todos los niños tengan lo necesario para vivir, para comer, para jugar, para ir a la escuela. Este es el milagro que me gustaría hacer. Que todos los niños sean felices”, contestó Francisco.

Cuando Malik, un chico de las islas Seychelles, le preguntó cómo se sintió cuando Argentina, su equipo, ganó el mundial de fútbol, el Papa respondió: “Feliz, feliz, pero una vez lo ganó con la mano y esto no es bueno”, aludiendo a la famosa mano de Dios de Maradona. “Cuando mi equipo gana, me siento feliz”, agregó.

En la misa final de la primera JMN, que tuvo lugar este domingo en la Plaza de San Pedro y a la que asistió también la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, junto a su hija Ginevra, el Papa usó el mismo método. Después de la lectura del Evangelio, en el momento de la tradicional homilía, dejó de lado su sermón. Y comenzó nuevamente un diálogo mucho más atractivo con los miles de niños presentes. “Pidámosle siempre a Dios, el Padre Nuestro, que nos acompañe en la vida y que nos haga crecer y ¿cómo se llama el Hijo? ¿Cuál es el nombre?”, preguntó. “¡Jesús!”, fue la contestación. “¡No escucho bien!”, arengó. “Y si hay un hombre o una mujer, pecador, con muchos pecados: ¿Jesús los perdona?”, volvió a preguntar. “¡Sí!”. “No se olviden de esto: Jesús perdona todo y perdona siempre y nosotros tenemos que tener la humildad de pedir perdón”, recordó, en un diálogo que incluyó una simple explicación de algo complejo como la Santísima Trinidad y que concluyó con una plegaria por los niños enfermos, por los padres, los abuelos y el fin de las guerras.

La primera JMN del papa Francisco, que a lo largo de su pontificado también inventó la Jornada Mundial de los Pobres (en 2017) y la Jornada Mundial de los Abuelos (en 2021), culminó con un monólogo del célebre Roberto Benigni, que, con su clásico humor, causó risas en el sagrato de la Plaza de San Pedro. “Santidad, quisiera abrazarlo, besarlo, no sé cómo demostrarle afecto, amor, podría bailar un tango argentino, pero antes de entrar dos guardias suizos me dijeron que podía hacer todo lo que quisiera, menos tocar al Papa. Pero desde que me dijeron que no podía hacerlo, como les pasa a los niños, es éso lo único que quiero hacer”, bromeó el capocómico. “¿Pero un beso se lo puedo dar, para qué sirven los besos si no se dan?”, siguió, yendo a darle un beso a un muy divertido papa Francisco. “Es un beso que llega de todos ellos y que vale cien mil besos”, destacó, a señalar a la colorida multitud presente y al confesar estar “feliz por estar en el Estado más pequeño del mundo, donde está el hombre más grande del mundo”.

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