Hoy en día el riesgo existe en todos lados, pero hasta algo tan simple como cruzar una calle puede ser fatal y el problema está cuando la imprudencia no se encuentra en manos del peatón, sino de un conductor, o varios. Según un informe realizado en 2009 por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, de 134 victimas fatales en 2008, un 44,8% fueron peatones. No resulta extraño que las cifras fueran tan elevadas, ya que sucedía (y aún hoy continúa de la misma forma) que los conductores no respetaban las sendas peatonales, los semáforos ni el paso de los que cruzaban a pie al doblar las esquinas. A eso se suma que ante un choque, resulta imposible conocer la vía que tomarán los accidentados en cuestión y el daño externo que causarán. También es cierto que los peatones suelen tener actos imprudentes como cruzar en mitad de una calle, quedarse en medio de una avenida o no esperar a que el semáforo cambie a rojo.
Enfocándome principalmente en el problema que he elegido. No es novedoso que yo me haya referido a los accidentes en las esquinas. Si bien la que yo he elegido, por clara conveniencia propia (ya que pertenezco al barrio y vivo sobre una de las calles en cuestión), no es conocida por toda la ciudad como una esquina peligrosa. El hecho de que no exista un reductor de velocidad o un semáforo no elimina el alto nivel de peligro de la misma.
Según un informe realizado por el SAME y el Gobierno de la Ciudad en marzo de este año para el diario La Razón, las cinco esquinas con mas accidentes de tránsito de la ciudad están en Caballito (Acoyte y Rivadavia), el Centro (Sarmiento y Florida), en plena Plaza Constitución, Ramos Mejía, entre Antártida Argentina y Avenida del Libertador, Talcahuano, entre Lavalle y Corrientes y Santa Fé y Juan B. Justo.En el año 2004, la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires reclamaba la colocación de semáforo cerca de las escuelas ya que la cantidad de accidentes con menores era altísima. En ese reclamo, estaba incluido el barrio de Flores, por lo que el mismo tiene antecedentes relacionadas a accidentes automovilísticos y/o falta de métodos y elementos preventivos.
Cómo solucionar algunos de estos conflictos si ante la instalación de un semáforo o loma de burro comienzan las quejas. El señor Carlos, del barrio de Flores, vecino del problema del cuál me he encargado, opina que “la colocación de un semáforo sería un problema ya que el tránsito en horas pico se intensifica en esta zona”, por otro lado él está “de acuerdo con la implementación de un sistema de reducción de velocidad, una loma de burro, porque la cantidad de frenadas bruscas acá son increíbles.” Por suerte, casi ninguna pasa a mayores, pero hay que tomar una medida”. Debo admitir que ante la respuesta del Gobierno de la Ciudad negando toda posibilidad de construir un reductor de velocidad y la opción de colocar un cartel de señalización, volví a la esquina en conflicto, y algunos metros antes de llegar a la intersección de las calles, sobre José Martí, hay un cartel que indica “Cruce Peligroso”. Como yo no lo había notado previamente consulté con Agustina, una vecina de esa cuadra y me contó que el cartel está desde hace casi dos años pero que “no cambio mucho”, “sigue habiendo muchas frenadas y ruidos de casi choques”.
Es, entonces, difícil saber qué hacer. La medida tomada hace dos años no modificó mucho la situación, lomas de burro “no se están colocando” (respuesta otorgada mediante un reclamo realizado al SUACI) y un semáforo para 9 de los 15 vecinos que fueron entrevistados resultaría “un problema más al existente”.
Escrito por Karina Volpe