Hoy, domingo 20 de mayo, se inauguró la cancha de hockey sintética de Daom. Un día que ya quedó para siempre en la memoria de quienes están o alguna vez estuvieron vistiendo esa camiseta. Para toda mi familia hoy fue un domingo distinto; nos levantamos temprano, desayunamos y allí nos fuimos. Nos esperaba una sinfónica, los dirigentes del club, las jugadoras, las familias. Muchas personas importantes en nuestra vida. Volvimos a ver caras que hacía rato no veíamos, vimos esposos que hace años eran novios que alentaban al costado de la cancha y cómo crecieron nuestros hijos. Hoy, yo volví a pisar la cancha del Daom.-
La vida me alejó de ella cuando la familia creció. Volví al club para jugar con las Mamis, porque los colores llamaban y las ganas seguían intactas. Hasta que un día alguien digo “el hockey en Daom se va a jugar en sintético”. Sonaba a locura de deportista, a delirio. Mi mamá, que recordaba las frías mañanas en el anexo, cuando con otras mamás corrían limpiando vestuarios y buscando planillas, no me creía. Mi papá, que madrugaba para llevar a mi hermana a sexta y se quedaba hasta que yo terminaba el partido de primera, se emocionó. Mi hermana, que arrastraba su bolso con el equipo de arquera durante toda la tarde, celebró la idea conmigo.
Seguramente, ni mi hermana ni yo volveremos a sentir esos nervios en la panza antes de salir a la cancha. Por eso mismo, mi papá ya no festejará una atajada de ella ni mi vieja se agarrará la cabeza cuando me pegue la bocha en la rodilla. Pero siguen mis amigas, compañeras de la vida, peleando cada jugada que puede cambiar el destino de un partido; las compañeras de mi hijo, que están dando sus primeros pasos con la hermosa camiseta tricolor. Y por qué no algún día mi hija, pequeña todavía, hará que yo vuelva a estar ahí parada, esta vez del lado de afuera del alambrado, sufriendo y festejando como alguna vez lo hicieron mis papás. Porque esta cancha no la voy a disfrutar yo; lo harán todas las generaciones que vendrán a vestir los colores del Daom. Solo pensarlo, emociona.
Hoy fue un domingo muy especial. El esfuerzo de quienes ahora forman la familia del club logró concretar lo que siempre había sido algo imposible. Me acuerdo que en los divertidos viaje de ida en micro, y agotadores a la vuelta, cuando nos tocaba visitar a un equipo con sintético. La sensación era siempre la misma: “que suerte tienen ellas”. Esta vez, la voluntad pudo más que la realidad y el vieja anhelo se hizo realidad: “el hockey en Daom se juega en sintético”. ¡Que alguien me pellizque! Mejor no; déjenme seguir soñando despierta.
Texto: Verónica Casco.
Fuente: LaDeportista.com.ar