Probablemente llame la atención el plural del título. Es que en lenguaje habitual hablamos de “depresión”, como si fuera un fenómeno único, al que casi no haría falta definir. En algún momento todos usamos ese término para referirnos a un estado propio o de alguien allegado, descontando que todos sabemos lo que implica. Quizás porque parecen tan cercanos a la experiencia habitual, los estados depresivos son tan frecuentemente subestimados y subtratados. Probablemente también por ello, muchas veces los familiares de pacientes que sufren depresión, se enojen con ellos. No entienden su “falta de voluntad” y porqué “no se ponen las pilas”. Para la opinión popular, tener un cuadro depresivo pareciera muchas veces ser algo casi electivo por parte de quien lo sufre.
Es cierto que los cuadros depresivos son muy frecuentes a lo largo de la vida de las personas, pero no por ello son menos incapacitantes.
En general, se considera que más de un cuarto de las personas sufrirán, en algún momento de su vida, un cuadro depresivo que requeriría algún tipo de atención especializada. Se pueden presentar en distintos niveles de intensidad y duración, requiriendo muchas veces intervenciones terapéuticas diferentes.
Dado que la presentación clínica de los síndromes depresivos es muy variable, resulta muy difícil resumir sus rasgos fundamentales para el público general. Sin embargo podemos plantear algunos síntomas, sugerentes de un cuadro depresivo que requiere atención:
• presencia persistente de estados de tristeza profunda coexistiendo frecuentemente con ansiedad o irritabilidad
• disminución de la capacidad para disfrutar
• pesimismo que invade diferentes aspectos de la vida del sujeto
• llanto frecuente o deseos de llorar sin conseguirlo
• disminución del rendimiento, laboral, escolar o social
• dificultades en la atención, la concentración y la memoria
• disminución de la autoestima y/o incomodidad social
• indecisión y pensamientos de desánimo e incapacidad
• malestar físico y dolores sin causa concreta
• trastornos del sueño y del apetito
Cada uno de estos síntomas puede presentarse en variadas combinaciones con algunos de los otros, generándose por tanto presentaciones sintomáticas muy diferentes, que solo pueden ser diagnosticadas por un especialista. En todos los casos es fundamental la detección precoz del cuadro, dado que los trastornos depresivos suelen revertir en forma muy alentadora con el trata-miento adecuado y la respuesta suele ser mejor cuanto menor sea el tiempo de evolución.
(*) Dr. Ariel Falcoff
M é d i c o P s i q u i a t r a y Psicoterapeuta.
Presidente Cap. Psiquiatría y Psicopatología AASM
Prof. Titular Psicopatología UNSAM
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