Vecina de Flores: Canela cumple 500 programas en la TV

Hoy festejará en su ciclo de TN con un reportaje al escritor Carlos Fuentes. Voz autorizada, la televisión nació con ella.

La primera vez que vio televisión fue cuando “la hizo”. Tenía 19 años y no sólo no disponía de un televisor: siquiera había visto de cerca el de un vecino. “Una vez que se encienda la luz, haga de cuenta que la cámara es una persona”, le advirtieron. Miró a “la persona” profundamente a los ojos y se enamoró. Por aquel entonces era Gigliola Zecchin. En ese romance perdió el nombre y ganó identidad. Desde hace 50 años -celebrados este mes- es Canela.

Mes de aniversarios para la conductora/escritora que porta el nombre de una especia. Hoy, a las 17.30 celebra 500 programas de Colectivo imaginario , el noticiero cultural que creó diez años atrás y se emite por TN. Cincuenta años en los medios, 25 programas, 35 libros propios y tal vez más de 2.000 leídos. Detrás de tanto número, las letras. No sólo las estudió, sino que las cuida en su decir y las mejora en su día a día: en calidad de editora superó los 250 libros. “Los libros están dentro mío”, describe.

“Hasta el día de hoy veo una cámara, recuerdo esa indicación inicial y siento en la cámara a una persona”, dice con esa diplomacia y esa firmeza lingüística que disimula tan bien su nacionalidad. Bajó de un barco italiano en 1952. Vivía en Vicenza. “Hemos sido pobres. Cuando cumplí cuatro años, mi madre me regaló cuatro naranjas. Recién había terminado la guerra y la fruta era un tesoro prácticamente. Yo me las quedé a upa, y ella dividió un gajo para cada uno de mis diez hermanos”. Del otro lado del océano, todo cambió: “Fueron 18 días de viaje y 18 días de enferma. Me sané cuando vi a los delfines. Y me enojé, inocentona, porque no había visto la línea del Ecuador. Cuando apareció la silueta de Buenos Aires, no puedo decir que se cerró la herida, pero sí el miedo”.

En su programa 500 de Colectivo hoy Canela se lucirá con una entrevista al escritor Carlos Fuentes, aquel que repetía eso de que “No hay belleza sin mirada”. Será un homenaje a seis meses de su muerte. “No queríamos emitir la charla acto seguido de su fallecimiento y la guardamos como a una perla”.

¿Qué imágenes te quedaron, a la distancia, de ese debut en televisión hace 50 años?

Fue en Córdoba. Juro que nunca había visto televisión. En mi casa no había. Trabajaba en una fábrica (Káiser), vivía sola desde los 15 años. Me invitaron a ser parte de un programa para chicos, Hola Canela . Fue todo repentino, en tres días. No podés llamarte Gigliola, avisaron. Hubo que salir a buscar otro nombre. A mí me dicen Lola, pero en aquel entonces ese nombre, por Lolita, no era propio para usarse. Pedí a mis amigos una lista. Quedó Canela. Tiene sentido. Mis ancestros vienen de oriente, la canela también.

El cinnamomum, árbol de la canela, significa “madera dulce”. La dulzura, justamente, es lo que la conductora derrocha. Uno se pregunta si no se trata de un personaje, si apagada la cámara Canela -madre cuatro veces y abuela, siete-, es menos atenta en las formas: “Soy así. Yo tuve una educación espartana. No nos dejaban protestar. En casa había que ser cortés. Sé que en una sociedad en la que muchos gritan y se enfrentan hasta con el cuerpo mi tono puede irritar”, se ríe. “La italiana me sale ante la injusticia. Pero mi manera de enojarme es peculiar, no ando gritando. Borro del mapa a quienes no quiero”.

¿Te gusta la TV que tenemos?

Amo a la televisión como instrumento de enorme eficacia y me resulta difícil responder. Es una tele que merece debate y más programación para chicos. Merecemos la formación de espectadores críticos. En eso estamos en deuda.