Anunciar los candidatos a liderar la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) es vacío de poder, según un viejo y tanguero cura. Los obispos locales, es decir los gobernadores de la religión más antigua, masiva y extendida de la Argentina, deben votar guiados por el mismo sentir del Espíritu Santo de su par mayor, el obispo de Roma, Jorge Mario Bergoglio.
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Unos 105 hombres sacerdotes que portan anillo episcopal, reconocidos como apóstoles de Jesús, votarán en una semana la renovación de la CEA tras siete años de presidencia en Óscar Ojea, obispo de San Isidro, diócesis urbana de la zona norte de la provincia de Buenos Aires.
La cita para la elección a puertas cerradas inicia el lunes 11 de noviembre, en la estancia de 400 hectáreas llamada La Montonera, ubicada en la localidad bonaerense de Pilar, donde primero realizarán un intercambio de situación pastoral, para luego pasar a la votación online, vía sus celulares, donde los cargos se definen con las dos terceras partes de los obispos, donde no votan los eméritos, aunque si tienen voz.
Los gobernadores del cristianismo deben elegir la nueva conducción de la CEA, la llamada comisión ejecutiva, que constan del presidente, dos vice y un secretario general. Este cuarteto guía la barca de la iglesia argentina, los laicos, religiosas, congregaciones y sacerdotes, la llamada estructura del “aparato” religioso, y su vínculo con el mundo fuera de las murallas de la fe.
No es un dato menor que hasta ahora Bergoglio no pudo contar con una mesa chica de la CEA que funcione en bloque con su sentir. Esto es central para la vuelta a casa, pero sobre todo en el que hacer de los pastores de la iglesia local tras su regreso a Roma. Tan importante que vuelva a encontrarse con el pueblo sufriente que lo espera como catalizar el fervor tras su paso por el fin del mundo.
En el próximo cónclave de La Montonera se definirán otras instancias de poder pastoral y político: Justicia y Paz (en los últimos años a cargo de un laico, es decir una persona no religiosa), que depende de la CEA; la presidencia de Pastoral Social, órgano que define la política; la Comisión de Educación, la estructura con más ingresos económicos e incidencia de formación, el futuro; y Cáritas, la herramienta de caridad más extendida.
Citar los candidatos no cae bien en el Vaticano, que en una práctica no escrita busca desalentar los carrerismos y no ve con simpatía a quienes buscan el cartel. Si encima entre ellos se cita a los pastores elegidos del “santo pueblo fiel de Dios”, como le gusta decir al Papa Francisco, nombrarlos en un artículo aportaría a su caída. Por eso más importante que dar nombres es deducir la lógica papal. El plan de Bergoglio para el mini-cónclave de los obispos argentos es determinante. Aquí se juega su regreso a la madre patria, un sueño de los argentinos que se hace esperar hace once años.
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Fue un obispo, en un almuerzo en la periferia de una villa, quien me habló por primera vez de los “bloques” en tensión. Son las regiones del país que definirán la elección en la CEA. El otro determinante son los orígenes de formación, hoy pesan más que nunca las ordenes, en una jugada de tablero universal, de geopolítica religiosa, como ocurrió cuando el cardenal Antonio Quarracino abrió el camino para una renovación única en la iglesia católica y llevarnos al extraordinario de tener un Papa argentino, jesuita y porteño federalista.
Gracias a este destacado religioso nacido en Italia se logró por primera vez un arzobispado de Buenos Aires “externo” de la diócesis, al designar coadjuntor (sucesor) al flaco Bergoglio formado en la espiritualidad ignaciana de la Compañía de Jesús, luego dar paso a otro hecho único que fue el primer religioso en presidir a los obispos en la CEA. Todo ese camino de conducción pastoral y política abrió el camino de Jorge Mario a su liderazgo regional, en la asamblea de los obispos latinoamericanos en Aparecida, que lo visibilizaron conductor de la barca universal y tras años de crisis en la Curia Romana ser elegido el primer Papa del llamado nuevo continente.
“Nada de lo humanos me es ajeno”. Francisco lo repite y no olvida a sus hermanos y amigos con la pelota de trapo en el potrero de Flores, hoy convertido en placita Brumana de las calles Membrillar y Bilbao.
Para armar la jugada el Padre Jorge realizó el consistorio más argentino de su papado. Esto fue hace poco más de un año atrás. No fue cualquier fecha. La eligió. El pequeño detalle es significativo para un devoto de Santa Teresita, la doctora de las “pequeñas cosas”. Fue el domingo 9 de julio (Día de nuestra Independencia) de 2023, en la mañana romana, que anunció nuevos cardenales por la famosa ventana del palacio pontificio, entre ellos estaban tres argentinos, una cifra nunca antes ocurrida para un consistorio. Eran: Víctor Manuel Fernández, entonces arzobispo de La Plata luego trasladado al Vaticano para tenerlo a su lado en la gobernanza y como uno de los garantes del proceso francisquita; Ángel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba, con futuro prometedor; y el fraile capuchino, Luis Dri, en el barrio porteño de Pompeya, el tenaz apóstol del confesionario.
Santiago para primerear y federalizar
En una cena, la misa es la mesa donde se comparte el pan y el vino, a un obispo les brillaba los ojos frente a laicos: “El Papa ya nos federalizó con Santiago del Estero”.
Francisco primereó a los obispos argentos. Santiago querido, Santiago te amo, tres veces gritó, desde el segundo piso de Santa Marta, el hombre de blanco. Primero en febrero cuando consagró la primera santa mujer y laica, Mama Antula en quichua. Luego Bergoglio, en el mes de julio, anunció que regresaba el título de iglesia primada a la calurosa provincia. Esto provocó el traslado del cardenalato de Buenos Aires al arzobispo en Santiago, Vicente Bokalic, quien se dedica hace años a pastorear debajo del radar mediático cerca de la gente, compartiendo sus celebraciones y celoso en el cuidado del clero.
El “esloveno”, nacido en Lanús, y formado por la congregación de los vicentinos primero palideció al enterarse de su cardenalato. Estaba más para el pésame que el festejo ese domingo que coincidió con la peregrinación de la juventud a la Basílica de Luján, cuando Francisco anunció en el ángelus un consistorio para el próximo sábado 7 de diciembre, con 21 nuevos cardenales, entre ellos Bokalic que será embestido con birrete rojo y anillo de oro, como ya portan en la Curia Romana “Tucho” Fernandéz, en Córdoba el jesuita “Ballín” Rossi y en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, el longevo confesor Dri.
Santiago impuso nueva santa, se llevó la iglesia primada y parió nuevo cardenal. Bergoglio puso foco “en la provincia empobrecida de recursos naturales pero postergada como son las provincias del norte”, explicó el obispo auxiliar de Santiago, Enrique Martínez Ossola, en el programa radial “rezá x mí”, quien añadió “esto es un reconocimiento a Santiago por su fe popular y sencilla que marca presencia histórica junto con la Virgen de San Nicolás en La Rioja, la Virgen del Valle en Catamarca, el Señor y la Virgen del Milagro en Salta, con la Virgen del Rosario de Paypaya de Jujuy, y acá en Santiago con la Virgen de Sumampa, el Señor del Mailín, y en Añatuya territorio santiagueño con la Virgen de Huachana, o en Tucumán con la Virgen de la Merced. Una fe solida y profunda que se ha sostenido por siglos”, explicó “Quique” como llaman a este obispo que no pierda la tonada y el humor cordobés.
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El gusano se convierte en mariposa
Una corriente de obispos bendice industrias contaminantes. Otros resisten con parresia y Francisco lo sabe. El Laxague salesiano, de la diócesis de Viedma, es el único que colocó en la Catedral la foto de Francisco portando la remera con el lema: “el agua vale más que el oro”. Mientras que los obispos de Chubut, Roberto “Chobi” Alvarez, y de Orán a su vez titular de Pastoral Aborigen, el franciscano Luis Scozzina, andan predicando la defensa del cuidado de todos los seres vivos y la casa común apoyándose en las comunidades locales.
Más parecidos a estos pastores del pueblo periférico y pobre, como Ángel “Coché” Macín, titular de la diócesis de Reconquista, al norte de la provincia de Santa Fe, y coordinador de la flamante Red Eclesial Gran Chaco y Acuífero Guaraní, que desde hace poco tiempo tracciona junto a una religiosa de origen sanjuanino. Macín fue el único obispo que se animó a declarar, hace meses atrás, que teniendo auto y vivienda pagos por el obispado igual no le alcanza el sueldo para pagar los elevados costos de los medicamentos.
Un fiscal laudalista en La Montonera
C5N pudo conocer, aunque aún no fue informado de manera oficial, que en el cónclave de la CEA se aceptó que exponga durante 20 minutos, el fiscal federal ante la Cámara de Tucumán (región noroeste que incluye Catamarca y Santiago del Estero), Antonio Gustavo Gómez, uno de los laicos más lanzados en la defensa del ambiente y de sus comunidades desde el poder judicial.
Es la primera vez que expondrá un laudatista probado en una asamblea plenaria de obispos. El tucumano Gómez hablará el próximo jueves 14, a partir de las 10 de la mañana, ya cerrada la votación de la CEA, y los obispos pondrán preguntar en el lapso de 15 de minutos. La ponencia es todo un signo de los nuevos tiempos que disciernen varios obispos sin fama mediática y sobre todo del sencillo cardenal emérito de 90 años, Luis Villalba.
Como marcó el Concilio Vaticano II “los actos de apostolado del laicado” que para San Juan Pablo II son determinantes “en una comunidad de pecadores reconciliados, no en una inexistente comunidad de perfectos”. Aunque no todos los laicos, ya que el regreso de los periodistas a la cobertura de tan vital elección sigue vedado.
Salir de la onfaloscopía, el arte de mirar el obligo, no es fácil. “Encender el mundo con el fuego del Espíritu” parece ser solo una prédica del apóstol que llevó el bautismo a todos. Hoy la crisis dirigencial es tal que pocos creen en sermones. Los nominalistas hacen agua ante un genocidio social que viene de arrastre y que creció exponencialmente con Milei. Francisco quiere mover la estantería de los gobernadores donde los obispos pueden equilibrar en favor del pueblo con su poder simbólico, su báculo espiritual.
Francisco no quiere clérigos de Estado sino pastores del pueblo que defiendan al rebaño de los lobos. Ya no quiere obispos que pegan con almohadas. Monseñores que viven de arriba y no de las cosas del cielo. De allí que muchos laicos, religiosas y sacerdotes sueñan con una sede episcopal que no sea más la casona de barrio Norte de la semipeatonal calle Suipacha a metros de Avenida Santa Fe. Circula en el Vaticano las ganas de trasladar la CEA con sus asambleas al centro país. Al igual que la Nunciatura, la embajada papal, de la patricia avenida Alvear, donde se sueña verla ubicada en una empobrecida provincia.