Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4954
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Francisco habló en la organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas

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El papa hizo hincapié en la paradoja de la abundancia y dijo: “el hambriento nos pide dignidad, no limosna”

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(Barrio de Flores) Por primera vez en su pontificado, el papa Francisco visitó hoy la sede de la FAO (la organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas) en ocasión de su Segunda Conferencia Internacional sobre nutrición, donde volvió a tener palabras fuertes sobre uno de los temas que más le preocupan: el hambre en el mundo.

Las personas y los pueblos exigen que se ponga en práctica la justicia; no sólo la justicia legal, sino también la contributiva y la distributiva“, clamó, hablando ante delegaciones de todo el mundo. “Hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos“.

El Papa, que llegó acompañado del secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, habló en la asamblea después de la Reina Letizia de España y después de que el secretario general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, agradeciera su presencia, que calificó de “histórica“, en el cuartel general de la organización de esta capital, un edifico de arquitectura mussoliniana. La última vez que un papa había estado fue en 1992 cuando Juan Pablo II inauguró la Primera Conferencia Internacional sobre nutrición.

El Papa arrancó su discurso, pronunciado en español, destacando que “vivimos en una época en la que las relaciones entre las naciones están demasiado a menudo dañadas por la sospecha recíproca, que a veces se convierte en formas de agresión bélica y económica, socava la amistad entre hermanos y rechaza o descarta al que ya está excluido“. “Lo sabe bien quien carece del pan cotidiano y de un trabajo decente“, agregó, al subrayar que “el derecho a la alimentación sólo quedará garantizado si nos preocupamos por su sujeto real, es decir, la persona que sufre los efectos del hambre y la desnutrición“.

Hoy día se habla mucho de derechos, olvidando con frecuencia los deberes; tal vez nos hemos preocupado demasiado poco de los que pasan hambre. Duele constatar además que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la «prioridad del mercado» y por la «preeminencia de la ganancia», que han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera“, dijo. “Y mientras se habla de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana. Nos pide dignidad, no limosna“, agregó, provocando aplausos en la sala.

Acto seguido, después de exigir que se ponga en práctica la justicia, no sólo legal, sino también contributiva y distributiva, Francisco pidió que se respetan en todas las circunstancias los derechos fundamentales de la persona humana “y, en nuestro caso, la persona con hambre“.

El interés por la producción, la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático, el comercio agrícola, deben ciertamente inspirar las reglas y las medidas técnicas, pero la primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia“, dijo. Tras evocar a san Juan Pablo II, que en la inauguración de la Primera Conferencia sobre Nutrición, en 1992, puso en guardia a la comunidad internacional ante el riesgo de la «paradoja de la abundancia», Francisco remarcó que no han cambiado demasiado las cosas.

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