Manteros: una nueva moda entre los comerciantes

De Florida a la Avenida Rivadavia en el Barrio Porteño de Flores. Los manteros, esa nueva estirpe de comerciantes callejeros, también llegaron a las calles de nuestro barrio para imponer su negocio y su estilo.

Una de las mayores atracciones que tiene nuestro barrio es la Avenida Rivadavia, en donde se encuentran los negocios de ropa reconocidos y locales que después de tantos años siguen estando en el mismo lugar que comenzaron.

Frente a la crisis económica que se vive en todos lados, muchos comerciantes se vieron obligados a irse de su lugar en busca de otras opciones que les permitan seguir trabajando en el mundo comercial, y aquellos que recién comienzan optan por diferentes tipos de ventas.

Pero lo que si es algo novedoso, es la cantidad de manteros que podemos encontrar en las calles de esta famosa avenida, que hace años se vienen esparciendo por toda la ciudad.

Hace unos años, las artesanías y tejidos se volvieron un gran centro de atracción, no solo para los turistas, sino también para los residentes. Los comerciantes observaron que podía ser más conveniente tener un puesto en la vereda, que alquilar un local ya que para mantenerlo se necesita realizar muchos gastos, y no todos tienen la posibilidad de afrontarlos. Por esto mismo, la idea de “la manta en la vereda” es, hoy en día, un negocio más.

“En mi caso es la mejor opción que pude encontrar, yo hago gorros y boinas, y la verdad que tener un local solo para eso no es conveniente, hay muchos gastos que no puedo afrontar y trabajar en la vereda me pareció la opción correcta”, afirmó una mantera del barrio de Flores mientras atendía a uno de sus clientes.

Otro vendedor explicó que para el “es un negocio mas como cualquier otro” y agregó: Tengo una rutina, comienzo a vender en un horario determinado y dejo de hacerlo en otro. Como también hay días en los que trabajo y otros en los que no.”

Aunque es una nueva forma de comercio y muchos vendedores acceden a ella, parte de la sociedad esta disconforme con su presencia. Una compradora comentó: “No me gusta que la vereda este llena de mantas y de cosas” y agregó que “deberían pagar los impuestos como todos los demás comerciantes”.

(*) Escribe Sofía Quilici.