A las 11 de la noche del jueves, Débora Agosti y su hijo Isaac, de cinco años, cruzaban la avenida Directorio a la altura de San Pedrito. En ese momento, un conductor a bordo de un Volkswagen Golf GTI color blanco, llegaba al mismo cruce. Según los testigos, incluido un agente de la Policía de la Ciudad, el auto era conducido a gran velocidad. Arrolló a Débora y a su hijo, quien murió poco después en el Hospital Piñero. Habría pasado con el semáforo en rojo. Una conducta que se repite: la persona a bordo del vehículo no detuvo su marcha. Abandonó el lugar del incidente, sin asistir a sus víctimas, sin mostrar interés por la situación.
Tras identificar el auto, la Justicia tomó conocimiento de a quién pertenece el vehículo. Su titular se llama Rubén Ariel Papadopulus. En estas horas los investigadores intentan dar con él y determinar quién manejaba el coche cuando Débora y su hijo fueron atropellados.
Después de las 23 del jueves el SAME recibió el primer llamado que alertaba sobre un siniestro vial. Se acercaron 4 ambulancias, que asistieron a la mujer -de 45 años- y a su hijo en el lugar, y enseguida ambos fueron derivados de urgencia al Piñero, que se encuentra a 20 cuadras del cruce de Directorio y San Pedrito. “Lamentablemente, el niño presentaba múltiples fracturas provocadas por el impacto, e ingresó al hospital ya sin signos vitales”, explicaron. Inmediatamente el equipo del centro de salud solicitó la intervención de la justicia. Débora se encuentra internada en observación con un cuadro de politraumatismos y fracturas varias. “Está recibiendo todos los cuidados necesarios y contención psicológica por parte de profesionales de salud mental”.
Viviam Perrone, de la ONG Madres del Dolor, difundió un comunicado para pedir testigos. Comentó que viene denunciando que los jueves y domingos se están llevando a cabo picadas y se registra exceso de velocidad en avenidas y autopistas. “Tenemos la información porque la publican en redes sociales los mismos protagonistas de estas infracciones. Publican videos en los que se denuncian entre ellos, porque son rivales, o bien, muestran la velocidad a la que circulan. Y se convocan también a través de redes”, contó Perrone.
“En este caso, no se sabe aún si corría una picada, pero los testigos dicen que iba cortando semáforos, excedía la velocidad permitida y no se detuvo a asistir a sus víctimas. Todos agravantes. Sin embargo, en estos casos aún sigue pasando que la Justicia los condena con 3 años de cárcel en suspenso. El conductor sigue su vida, pero las familias quedan destrozadas”, dijo Perrone.
NT