Buenos Aires, 27/07/2024, edición Nº 5075
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Dos víctimas del Plan Cóndor recorrieron Automotores Orletti

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Sergio López Burgos y Mariana Zaffaroni destacaron el compromiso de Argentina con la memoria.

Distintas agrupaciones políticas vinculadas a la defensa de los Derechos Humanos realizaron ayer un acto para recordar a los detenidos y desaparecidos del ex centro clandestino de detención, tortura y exterminio conocido como Automotores Orletti, recuperado y declarado Patrimonio de la Memoria Histórica en 2006. También fue homenajeado el uruguayo Sergio López Burgos, quien permaneció secuestrado en aquel galpón del barrio de Floresta durante los años de la dictadura.
Previo al acto, el propio López Burgos realizó una “visita guiada” por los todavía hoy tenebrosos pasillos del Orletti, donde fue asesinado su compatriota Carlos Santucho.
López Burgos detalló las condiciones a las que estaban sometidos los secuestrados, que permanecieron en cautiverio durante largos períodos sin comida, hacinados, torturados y semidesnudos. Las habitaciones, contó el uruguayo, eran decoradas por los militares con retratos del dictador alemán Adolf Hitler.
Luego de la recorrida por El Jardín o La Cueva –como llamaban los represores al centro–, la periodista Stella Calloni, investigadora del Plan Cóndor, se paró frente al escenario y recordó: “Este centro nos afecta mucho, porque en este lugar los militares hicieron mucho daño. Estas paredes aún tienen concentrado mucho dolor.”
Más tarde fue el turno del homenajeado López Burgos, quien recibió una bandera firmada por militantes del Partido de la Victoria, de raigambre kirchnerista, y una placa recordatoria. El uruguayo remarcó la importancia del proceso de Memoria, Verdad y Justicia iniciado en el año 2003. “Este era un emporio del terror –relató López Burgos–. Recién con la política de Néstor Kirchner pudimos reabrir los juicios que iniciamos en el ’83.” El militante y fundador del Partido por la Victoria del Pueblo también reclamó por la profundización de las investigaciones abiertas y sostuvo: “Hay tantos asesinos. Algunos ya murieron y otros están presos, pero hay muchos que siguen libres. Por eso hay que seguir investigando lo que pasó.”
En diálogo con Tiempo Argentino, López Burgos consideró: “Este centro representa el cambio de signo político que vive la Argentina, en cuanto a buscar su identidad y recuperar la memoria y la verdad.”
En el Orletti, además, fueron encarceladas muchas de las parejas que luego sufrirían el secuestro y la apropiación de sus hijos. Uno de esos niños fue Mariana Zaffaroni, quien recuperó su identidad en 1993, luego de ser secuestrada por los militares en 1976, cuando tenía un año y medio. Zaffaroni destacó la importancia de estar presente en el acto para celebrar el proceso de juicio y castigo a los represores y genocidas de la dictadura. “Es un orgullo que en la Argentina se pueda estar a la vanguardia de esta situación”, aseguró (ver recuadro).
El Orletti, donde estuvieron secuestrados diferentes luchadores latinoamericanos contra las dictaduras de la región, operó desde mayo de 1976 hasta noviembre del mismo año. Está ubicado en Venancio Flores 3519/21 y es un antiguo taller de automotores que había sido alquilado por agentes de la SIDE para detener ilegalmente a quienes consideraban “subversivos”. «

“Todavía siento escalofríos”

Mariana Zaffaroni nació en Buenos Aires el 22 de marzo de 1975, cuando sus padres, Jorge y María Emilia, que tenían poco más de 20 años, estudiaban Magisterio y estaban en el país escapando de la dictadura uruguaya. Los tres fueron secuestrados por los militares el 26 de septiembre de 1976 y estuvieron privados de su libertad en Automotores Orletti. En ese momento, Zaffaroni fue apropiada por Miguel Ángel Furci, integrante de los servicios de inteligencia de la dictadura argentina. En 1992 y luego de una intensa búsqueda, encontró a su verdadera familia. Antes de que se realizara el acto en homenaje a los detenidos y desaparecidos del Orletti, Zaffaroni conversó con Tiempo Argentino.

–¿Qué significa este acto para usted?
–Cuando me invitaron, enseguida confirmé mi presencia, porque este lugar me toca personalmente. Me pareció que tenía que estar. Yo estuve secuestrada en este lugar en el año 1976, cuando tenía sólo un año y medio.
–Y en la actualidad, ¿qué representa el Orletti para usted?
–Yo paso muy seguido porque vivo cerca. Cada vez que eso ocurre siento escalofríos, porque más allá de que sea un lugar recuperado y todo eso, hay como un espíritu, algo muy feo para mí, que todavía hoy siento.Yo tengo mucho contacto con Uruguay, porque mi familia vive allá. La gente que vive en otros países que también han pasado por dictaduras, destacan que el proceso que se está llevando en Argentina es pionero. Así que es un orgullo que en la Argentina se pueda estar a la vanguardia de esta situación.

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