El Papa de Flores pidió pasión futbolera para alabar a Dios

(Barrio de Flores) Francisco pidió ayer en su homilía matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta, donde celebra una misa cotidiana, mostrar una pasión futbolera para cantar las alabanzas al Señor. “¿Sos capaz de gritar cuando tu equipo de futbol hace un gol y no sos capaz de cantar las alabanzas al Señor? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito! ¡No pidamos, no agradezcamos: alabemos!”, dijo.

El Papa argentino afirmó que “la oración de alabanza nos hace fecundos”. Recordó la danza alegre de David “con todas sus fuerzas” para “alabar al Señor” y señaló que, “si nos cerramos en la formalidad, nuestra oración se vuelve fría y estéril”.

Las danzas y los cantos, tan comunes en otras comunidades cristianas, no dominan en el fervor religioso de la Iglesia católica. Jorge Bergoglio comentó las objeciones que podrían hacerle. “Pero Padre, esto es para aquellos de la Renovación en el Espíritu, no para todos los cristianos”. Respondió que “no; la oración de alabanza es una oración cristiana para todos nosotros. En la misa, todos los días, cuando cantamos el Santo”.

Esta “es una oración de alabanza: alabamos a Dios por su grandeza, porque es grande. Y le decimos cosas hermosas, porque nos gusta que sea así”. Francisco planteó él mismo otra objeción. “Pero Padre, yo no soy capaz. Yo debo…”. y respondió entonces pidiendo la pasión futbolera para alabar a Dios.

Debemos rezar “con todo el corazón”. “Es también un acto de justicia porque Él es grande. ¡Es nuestro Dios!”, dijo el pontífice argentino.

Recordó que David “era tan feliz porque el arca regresaba, regresaba el Señor: con aquella danza también su cuerpo rezaba”.

El Papa argentino dijo que “una buena pregunta que podemos hacernos hoy es: ¿Cómo está mi oración de alabanza? ¿Yo sé alabar al Señor? ¿Sé alabar al Señor o, cuando rezo el Gloria o rezo el Santo, lo hago sólo con la boca y no con el corazón?” El obispo de Roma agregó que “la alegría de la alabanza nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia”. Cuando David entró en el Palacio, la hija del rey Saúl, Mical, lo reprendió y le preguntó si no sentía vergüenza “por haber bailado delante de todos de aquella manera, él que era el rey. Mical despreció a David”.

Jorge Bergoglio se preguntó: “¿cuántas veces despreciamos en nuestro corazón a personas buenas, gente buena que alaba al Señor como le nace, espontáneamente, porque no son cultos, no siguen las formalidades?” “¡Desprecio! Y la Biblia dice que Mical quedó estéril para toda la vida por ese motivo! ¿Qué quiere decir aquí Palabra de Dios? ¡Que la alegría, que la oración de la alabanza, nos hace fecundos!

Sara bailaba en un momento de su fecundidad, con noventa años de edad”.

El Papa concluyó su homilía para movilizar junto con los espíritus los cuerpos, algo que seguramente traerá no sólo consecuencias religiosas sino también culturales que van más allá del propio mundo católico, asegurando: “Aquel hombre o aquella mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, cuando canta el Santo en la misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecundo”. Éste será muy recordado.