Impulsan el urbanismo con perspectiva de género

El diseño urbano a favor de las mujeres.

(Barrio de Flores) Miguel Jurado, editor de ARQ, consultó a la arquitecta Zaida Muxí sobre su trabajo junto a un colectivo femenino que abordan los temas urbanos desde la perspectiva de la mujer.

En septiembre de este año, Muxí presentó en el Gobierno de la Ciudad una guía para evaluar la calidad urbana de los barrios, teniendo en cuenta la discriminación de género. El trabajo es la tesis doctoral de Adriana Ciocoletto, colega suya en Col-tectiu Punt6 y también arquitecta argentina. La guía busca sistematizar una mirada femenina sobre la ciudad y parte de la convicción de que la ciudad es una gran máquina de discriminación que opera sin que nos demos cuenta.

Según el texto, la ciudad moderna privilegia las tareas “realizadas por los hombres”, como el trabajo y la circulación en auto, lo que se llaman “tareas productivas”. Y menosprecia lo que los especialistas llaman “tareas reproductivas”, realizadas mayormente por mujeres y vinculadas con el cuidado de la casa, la ropa, la comida, los hijos y los mayores. Para peor, como ya sabés, desde hace décadas, al género femenino también se le sumaron tareas productivas.

El primer hallazgo de como usan hombres y mujeres la ciudad es que mientras el macho va de casa al trabajo en forma casi directa, la mujer tienen mayor cantidad de paradas. Llevar los chicos a la escuela, pasar por el lavadero, hacer las compras, visitar a un mayor y, por fin, llegar al trabajo. La escena se repite a la vuelta y eso determina que la mujer utilice más el espacio público que el hombre.

“Si tomamos por ejemplo la Comuna 8,  –dice Muxí– una mirada general nos va a decir que hay buena cantidad de transporte. Pero si miramos más de cerca, vemos que las calles no son seguras por falta de viviendas y negocios en la vía pública, mala iluminación y veredas inexistentes. No son un lugar para que camine una mujer sola”.

En todos lados está más que probado que las mujeres andan menos en auto que los hombres. Son muchas las que caminan, usan transporte público o bicicletas; van con chicos o acompañan a adultos mayores. Así las cosas, todo lo que se haga para mejorar veredas, iluminación, colectivos, subtes y trenes, será mejor para las mujeres y, por lo tanto, para chicos y ancianos.

“Desde que nació como ciencia, el urbanismo tuvo una mirada macro sobre las grandes infraestructuras y se perdió lo pequeño, el detalle, la escala en la que se juega la experiencia cotidiana”, explica Muxí y agrega que en el espacio público, las mujeres son más vulneradas. “No son las más vulnerables, son las más vulneradas”, me aclara.

Para el trabajo que hacen las mujeres, el vecindario y el barrio son vitales. En ese entorno próximo a la casa se realizan la mayoría de las tareas cotidianas y de sociabilización. Un jardín de infantes o una escuela cerca son esenciales. El mercado o el almacén, una sala de primeros auxilios, la plaza y el acceso a medios de transporte, completan el equipamiento mínimo para hacer del vecindario un entorno eficaz. Así, todo lo que se haga por mejorar los barrios, hará una ciudad más inclusiva.