Buenos Aires, 29/03/2024, edición Nº 4955
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La historia de Fabián Volonté, el vecino que peleó en Malvinas y hoy tiene sala propia en el Museo Barrio de Flores

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(Barrio de Flores) “No le digas a mamá, me voy a las Malvinas”, confesó Fabián Volonté a su hermano por teléfono. “Traeme puchos y una cámara de fotos”, le pidió antes de cortar la línea. Fabián tenía 19 años y había terminado la colimba un mes antes. Había vuelto a Flores, a trabajar en el taller mecánico con su padre. Ahí se encontraba el 2 de abril cuando oyó que Argentina había tomado las islas. De ahí en adelante, todo sucedió muy rápido. El 8 de abril sonó el teléfono en plena noche. El 9 estaba de nuevo en su cuartel de Palermo, con uniforme y pelo corto. El 14 se subió a un Boeing 727 sin asientos rumbo a Río Gallegos con una Kodak Fiesta descartable en el bolso.

Con esa cámara retrató todo lo que pudo en las islas: los aviones de guerra que rozaban el agua, la escuela secundaria que usaron de base de comunicación, a los compañeros enterrados en las trincheras, luego cautivos de los ingleses. Hoy, estas tomas forman parte de la colección permanente del Museo Barrio de Flores.

Muchas veces la cámara estaba guardada y no se podía sacar. Dentro de la lógica de guerra, está la guerra de supervivencia”, suelta el ex soldado de la Compañía de Comunicación Mecánica 10. Hoy es defensor de los derechos de los combatientes del conflicto del Atlántico Sur. Estuvo presente en las luchas para que se les reconozca la pensión y la obra social a los malvinistas. Y es uno de los impulsores de la ley de jubilación anticipada que se adoptó el año pasado.

Cuando la Argentina capituló después de 74 días, Fabián y sus compañeros tuvieron que rendirse y someterse a las requisas de los ingleses. Entregaron las armas, los cascos, todo lo que tenían. “Yo tenía una de esas banderas inglesas con las que juran a la Reina que había capturado. La envolví alrededor de mi pierna entre el calzón largo y el pantalón”, relata el ex soldado. “Y a la cámara la enrosqué en el cuello de mi campera”, admite.

Desde que el conflicto terminó, Volonté se dedica a concientizar sobre lo que fueron realmente “las miserias de la guerra” y buscar reconocimiento y reparación para sus compañeros. “Éramos civiles, ninguno pidió ir a la guerra”, resalta, recordando lo que sufrieron en las islas. “Cuando terminó la guerra y nos fuimos de vuelta para el continente, pensábamos que íbamos a ser recibidos como héroes. Pero no. Recién a las 2 de la mañana nos dejaron salir del cuartel. Para que no nos vea nadie”, recuerda indignado. Frío, hambre, castigos corporales, tortura, abusos. “Había guerra para la comida, los oficiales nos robaban de la ración cotidiana. Había guerra de poder, hacia nosotros y entre nosotros”, rememora el veterano de 56 años.

Por este motivo, hoy sigue dando charlas en escuelas, explicando lo sucedido entre abril y junio de 1982 a los niños. Este martes 2 de abril a las 16 estará en el Museo Barrio de Flores dando una conferencia sobre la Guerra de las Malvinas y lo que vino después. “La guerra tuvo dos tiempos, los meses de combate y la posguerra”, recalca Volonté. “Para muchos de nosotros, fue más traumático el después que la guerra en sí”, explica.

Con eso, Volonté se refiere a las dificultades para la reinserción social y laboral que afectaron a los ex combatientes, por lesiones físicas y trastornos psicológicos de estrés postraumático de la guerra. “Los suicidios después de la guerra se llevaron la misma cantidad de víctimas que la guerra en sí. Y siguen ocurriendo. Los índices de cáncer y de muerte por cirrosis en los ex combatientes son altísimos”, alerta.

Hoy Volonté es dueño del taller mecánico El Ex Combatiente de Puerto Argentino, en Flores, y está terminando un libro sobre su vivencia. También aboga por que le den un resarcimiento económico a quienes fueron enviados a pelear en el conflicto del Atlántico Sur y para que la pensión de veterano sea trasladable a la próxima generación. “Miro a los hijos de mis compañeros, y todos tienen algo”, constata el ex soldado. Muy involucrado en la comunidad de los ex combatientes, Volonté nota que los hijos de sus allegados tienen también una tendencia a ataques de ansiedad o cáncer, como sus padres. Asimismo, recalca que ningún hijo de los ex combatientes de su entorno optó por una carrera militar.

“Desde el Museo Barrio de Flores, nosotros decidimos darle un espacio a Fabián porque es una personalidad destacada del barrio y muy activo en la comunidad”, sostiene Roberto D’Anna, historiador de Flores y director de la institución inaugurada a fines de 2018. El museo, ubicado en lo que fue un petit hotel en Ramón Falcón 1893, contiene una colección de objetos vinculados al barrio fundado en 1806. Sus salas están dedicadas a figuras emblemáticas como el Papa Francisco, Roberto Arlt y César Aira.

En el primer piso del único museo de barrio de la Ciudad se encuentra la sala Fabián Volonté, donde se pueden apreciar sus prendas de combate, medallas, telegramas, aerogramas y cartas que le envió a sus padres desde las Malvinas. Y por supuesto, ahí están también las fotos de la Kodak Fiesta descartable.

Fuente consultada: Clarín

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