Escribe el Pastor Justo Janse
Comenzamos un nuevo año con muchas incertidumbres. Será como un largo viaje lleno de aventuras y necesitamos las fuerzas y recursos para lograr llegar a nuestro destino. Como un niño se aferra a la mano de su madre al cruzar la calle, busquemos la mano de Dios sobre nosotros.
Esdras vivió unos 500 años antes de Cristo pero tiene muchas cosas que enseñarnos a los que vivimos en el s. XXI. El se había dedicado por completo a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar sus preceptos y normas a los israelitas. Cuando Persia ganó la supremacía sobre Babilonia, Ciro dio la oportunidad a los judíos para volver a establecerse en Jerusalén. En sus memorias, Esdras nos cuenta cómo logró hacer este largo viaje.
Antes de la partida fue bendecido: Esdras era un escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová, Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová, su Dios, estaba sobre Esdras. (Esdras 7:6) “y me favoreció con su misericordia delante del rey, de sus consejeros y de todos los poderosos príncipes del rey. Así yo, fortalecido por la protección de mi Dios, reuní a los principales de Israel para que subieran a Jerusalén conmigo.” (Esdras 7:28) Y también personas necesarias se sumaron “Gracias a que la mano bondadosa de nuestro Dios estaba sobre nosotros…” (Esdras 8:18)
Y al final de viaje dice: ¡La buena mano de Dios estaba con él! 10 Porque Esdras había preparado su corazón para estudiar la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. (Esdras 7:9b-10) Esdras estudió las Escrituras pero no para tener más conocimiento sino para ponerlas por práctica en su vida y para enseñarlas a otros. ¡Qué buena finalidad!
Esta coincide con la afirmación de Jesús en el Sermón de la Montaña: “No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”, porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:31-33)
¿En quién confiaremos durante el curso del año 2014? No confiemos en nuestras propias fuerzas ni en las armas. Pidamos la protección de Dios. Nos relata Esdras: “Allí, junto al río Ahava, proclamé un ayuno para humillarnos delante de nuestro Dios y solicitar de él un buen viaje para nosotros, para nuestros niños y para todos nuestros bienes. Pues tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendieran del enemigo en el camino, ya que le habíamos dicho al rey: «La mano de nuestro Dios está, para bien, sobre todos los que lo buscan; pero su poder y su furor contra todos los que lo abandonan». Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.” (Esdras 8.21-23)
Como han observado, las palabras que se repiten son “la mano de Dios”, y la misma “mano” que cuidó y protegió a Esdras puede estar contigo. Si así lo crees, es un buen momento para darle gracias; pero, si no estás seguro, es un buen momento para pararte y pensar en todo lo que te estás perdiendo si no tienes a Dios de tu parte.
Jesús, el buen pastor, nos dice: “Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. (Juan 10:27-29)
E apóstol Pedro nos invita: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo. Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.” (1º Pedro 5:6 y 7)