La Ciudad de Buenos Aires sigue sumando homenajes a fallecidos, en sus calles, a la vista de los vecinos. Primero fueron los murales, que continúan hasta el día de hoy. Segundo, las estrellas amarillas, que representan a las víctimas de la inseguridad vial. También es común encontrar monolitos, aunque son los menos. Y ahora están apareciendo bicicletas blancas: se las cuelga en postes y tienen como fin recordar a los ciclistas que murieron en intentos de robo o en siniestros viales.
Hasta el momento hay doce bicicletas blancas. Todo comenzó como una iniciativa de Masa crítica, la comunidad de ciclistas más numerosa del país. La primera se colgó en 2014. “Cada bicicleta colgada es visibilidad y un acompañamiento para las familias”, explica Marcelo Calderón, de Masa crítica. “Necesitamos que se tome consciencia de la inseguridad vial. Estimamos que en Capital Federal hay tres muertes de ciclistas por año. Falta educación y faltan estadísticas oficiales, porque no sabemos la cantidad de accidentados” .Las bicicletas blancas colgadas también están en distintas grandes ciudades del mundo, como Madrid, Nueva York, Londres, Ciudad de México, Berlín, Santiago de Chile o Toronto. Y cada una cuenta una historia.
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El 3 de enero de 2018, Sofía Osswald (26) salió de su casa de Parque Chacabuco. Lo hizo con su bicicleta. Iba pedaleando a todos lados. Su destino era San Telmo, donde la esperaba una amiga. No pudo llegar. Eduardo Farías, un chofer de la línea 126, la atropelló y falleció en el acto. Fue en Perú al 900. A las 16.30.
Nelvi Volders es su mamá. Esta semana creó un petitorio en change.org. En cuestión de días alcanzó las 50 mil firmas. Se llama “En la bici va una vida: capacitación para los choferes de colectivos en CABA”. El chofer que conducía el colectivo que arrolló a su hija se fue de la comisaría ni bien declaró.
“La Justicia es una porquería”, afirma Nelvi. “Y sus tiempos, una agonía. El chofer está acusado de Homicidio culposo agravado, pero sigue trabajando como inspector. La supuesta pena es de 2 a 6 años. Lo único que me queda es esperar 3 años y 10 meses (el juicio será en octubre) para escuchar que no irá a la cárcel y recibirá la quita de su licencia profesional”.
La Comisaría 2 está ubicada a cien metros del lugar del incidente vial. En el Juzgado, apenas presentó las imágenes de una cámara de la cuadra, que no aportó nada. Nelvi y su familia se ocuparon de encontrar un testigo y las cámaras de un comercio que permitieron esclarecer cómo fue todo.
Ese mismo mes, Masa crítica se contactó con la familia de Sofía y colgaron la bicicleta. Al tiempo, una cuadrilla del Gobierno de la Ciudad la bajó, asegurando que tapaba una señal de tránsito. Pero al tiempo se volvió a colgar. En otro poste, pero en la misma cuadra. A Nelvi le cuesta ir a Perú al 900, donde está la bicicleta. Aunque cree que sirve, a modo de concientización.
“Mucha gente pasa por el lugar y escribe en la página en la que pido justicia por Sofía. Me gusta que se la recuerde, que se le rinda honor y que se sepa que ahí hubo una muerte violenta. Tengo otros hijos y nietos que andan en bicicleta. Lucho para que pedaleen tranquilos”, concluye su mamá.