(Barrio de Flores) Se dice que a la Villa 1-11-14 del Bajo Flores llegan 20 kilos de cocaína semanales que son fraccionados y vendidos por la organización liderada por los hermanos peruanos Marco Antonio y Fernando Estrada Gonzáles. No importa que “Marcos” esté preso y “Pity” viva en Perú: la cosa funciona y hay hasta 70 metros de cola en algunas ocasiones.
El trato es que cada uno maneja con su gente el tráfico de la villa en turnos de 28 días corridos, rotativos. Y el sistema los ha llevado a posicionarse con éxito como la organización narco más importante de la Ciudad.
Mover ese flujo de droga no es sencillo, requiere un aceitado sistema. Y según un policía de la Federal que trabajó encubierto en el asentamiento durante 2017 y 2018, los recaudos arrancan desde el viaje mismo de la cocaína y pasta base desde el Conurbano hacia el interior de la villa.
“Ellos mueven 20 kilos con los mismos cuidados que tenemos nosotros ante la ‘Situación H'”, explicó el suboficial de Drogas Peligrosas Flavio Souza haciendo referencia al término (en código) con el que se denomina al operativo de seguridad que rodea los traslados presidenciales.
“No se los puede seguir durante el viaje de la droga porque están en máxima alerta. De las escuchas surge cómo se van avisando en la ruta sobre cualquier sospecha o contratiempo”, agregó Souza, y contó que para recorrer la villa se hacía pasar por vendedor de bolsas de basura.
El policia declaró el viernes pasado ante los jueces del Tribunal Oral Federal Nro. 3, quienes desde el 14 de junio están al frente de un importante juicio oral contra Marco Estrada Gonzáles, su esposa, su suegra y casi medio centenar de laderos, según información de Clarín.
Luego de cinco audiencias en las que sólo se leyeron las acusaciones contra la organización, y una más dedicada a los reclamos de los abogados, hace pocos días comenzaron a desfilar por la sala AMIA de los Tribunales de Comodoro Py los policías que investigaron a la banda en su última etapa.
Sus testimonios fueron importantes para la acusación del fiscal Diego Velasco, para la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR) y también resultaron duramente cuestionados por las defensas, que basan su estrategia en tratar de demostrar que los federales armaron pruebas contra Estrada Gonzáles y su familia.
Más allá de las polémicas sobre la actuación de las fuerzas de seguridad en el Bajo Flores, en sus declaraciones ante el tribunal los policías detallaron el completo sistema de seguridad que garantiza que la Villa 1-11-14 sea la principal boca de expendio del narcomenudeo en la Ciudad de Buenos Aires. Allí hasta se forman filas de 70 metros. Y así operan en el interior de la villa.
• Cada puesto de droga tiene tres vendedores: uno se dedica a la cocaína, otro a la marihuana y otro a la pasta base.
• En los videos policiales se ve a un hombre con un palo ordenando esas filas. A los clientes sospechosos se les revisa el celular.
• Existen cuatro anillos de seguridad por cada puesto. Se trata de marcadores que tienen señas para avisarse si aparece la Gendarmería o la policía, o alguien sospechoso. Están a una distancia que pueden verse, salvo el último, externo, que se comunica con el resto por handy.
• La Policía denomina “satélites” a los chicos que andan en bicicleta y hacen un control móvil de los sospechosos.
• Si se circula con autos con vidrios polarizados la ventanillas deben estar bajas, para que pueda verse quién va adentro. En caso contrario el vehículo es detenido.
• Las cámaras del Gobierno de la Ciudad son bloqueadas con pasacalles, como el que anula la que está ubicada en Bonorino y Oceanía, que apunta hacia las manzanas del sector conocido como “la Quema”.
• Lomos de burro, tachos de 20 litros rellenos con cemento bloqueando las calles o barricadas con puertas de heladera, son algunos de los métodos caseros para dificultar el paso hacia zonas sensibles.
Para los hermanos Estrada Gonzáles vender droga es un negocio próspero en el que llevan liderando casi dos décadas. Nada esta librado al azar. Ni siquiera la fidelidad de los remiseros del barrio, encargados de ir a buscar a la Estación Flores del Ferrocarril Sarmiento a los compradores que llegan desde el conurbano para hacer operaciones “mayoristas”. NR