Entrevista con la hermana María Josefina, amiga del Papa Francisco, en el Instituto Ana María Janer de Flores.

(Barrio de Flores) A sus vitales 92 años su figura delgada y ágil recorre el patio del Instituto Ana María Janer, colegio de Flores donde ahora vive. Religiosa de La Sagrada Familia de Urgel e incansable misionera, pasó los últimos años trabajando en Aldo Bonzi, desde donde tomaba el colectivo 91 a Plaza de Mayo para visitar a Jorge Bergoglio. Conoció personalmente al papa Pablo VI y aunque admite que le gustaría viajar para ver a Francisco, prefiere quedarse en Buenos Aires. El pontífice la llamó a los pocos días de haber asumido (“le hacía frascos de dulce de limón y no sabés como le gustaba” cuenta mientras se le ilumina la cara por el recuerdo) e incluso le mandó de regalo un solideo. Por sus 90 años, Bergoglio presidió la celebración. (“Tenés mala suerte, voy a estar en tu misa” le bromeó).
Mi encuentro con la hermana María Josefina empieza contándome cómo Jorge es un hombre de Dios. Jorge es Bergoglio, su amigo. “Tiene esa tranquilidad que da la Providencia… yo lo conozco desde hace más de 40 años y siempre lo he visto como un hombre que cuando vos te encontrás con él, te encontrás con Dios” lo pinta de cuerpo entero Josefina, como le dicen.
“Ya ni me acuerdo cuando lo conocí exactamente. Yo era muy amiga del padre Camargo, que supo ser rector de la Universidad del Salvador y en alguna de las reuniones que organizaba con jóvenes me lo presentó a Bergoglio. ¿Viste cuando uno empatiza con alguien? Bueno, eso me pasó. Después él estuvo en Santa Fe, yo misionando en el norte argentino y pasaron años hasta que nos volvimos a ver en una misa. Me acuerdo de un gesto que me pareció tan humano y cristológico que nunca lo olvidé: cuando me acerqué a comulgar, dejó el copón en manos del que lo ayudaba y me puso las manos sobre la cabeza… Yo sentí en ese momento que la bendición de Dios me llegaba hasta las uñas de los pies”, recuerda Josefina con una emotiva sonrisa, como si esa bendición hubiera sido ayer.
– Sin dudas que ya era un hombre de Dios.
– Es que vos no te podés encontrar con el hombre, por eso no puede haber un apego al cardenal, ahora el Papa. Porque aparece Jorge Bergoglio tan “envuelto” en Dios que el rostro de Dios aparece en el rostro de Bergoglio. Así como Jesús dijo “Quien me ve a mí ve al Padre”, quienes hemos visto a Bergoglio o lo hemos tratado decimos que de alguna manera –y sin ningún tipo de equívoco- lo vemos a Dios. ¡Es así! Lo mismo pasa con el cardenal Karlic. Uno lo ve y desaparecen sus características particulares y te encontrás con Jesús. Hay mucha gente que cuando uno la ve, ve a la Iglesiay también a Cristo.
– Impacta verlo rezar. Como Juan Pablo II, pareciera que está hablando con Dios…
– ¡Realmente! Es un hombre que vive, a mi modo de ver y por lo que lo conozco, en una presencia viva con Dios. Dios no es un ente, un concepto o una idea, sino que Dios es una persona, es alguien con el cual directamente y amorosamente entra en comunión. Y es en esta comunión con Dios donde me parece que Jorge saca la fortaleza y la valentía para llevar adelante todo lo que está haciendo en Roma. ¡Mira vos lo que le dijo a la Curia hace poco! Te aseguro que si no tuviera como motor al Espíritu Santo, no habría tenido el coraje para decir con tanta claridad y al mismo tiempo sin herir. Porque incluso cuando puede se mete y dice `nosotros´ en lugar de “ustedes”. Cuando habla de la Iglesia no dice “la Iglesia”, “yo” o “la iglesia y los pastores”, sino que dice “nosotros”.
– ¿Y siempre tuvo esa fuerza que vemos hoy?
– La fuerza la tuvo siempre sólo que siempre fue de bajo perfil. Es un hombre que no se calla en decir la verdad, pero no es una verdad que la envuelve o que la disfraza sino que la cubre con el manto de la misericordia y de la posibilidad del cambio. Por eso repite siempre: “Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”. Es un hombre que cree realmente en la Pascua; es un hombre que cree en el cambio, que cree que todo cambio es posible cuando el hombre le deja –por así decirlo- las manos libres a Dios. Dejándole las manos libres a Dios, tené confianza que todo va a salir bien.

– ¿Como fue ese 13 de marzo de 2013?
– Cuando yo sentí que habían elegido al nuevo Papa, no pensé en él porque antes de irse quería verlo y me dijo: “El Domingo de Ramos estoy de vuelta en Buenos Aires así que esperá un poco y nos vemos a la vuelta” y cuando escuché su nombre me quedé dura frente al televisor y las hermanas me decían que me fuera a acostar porque me iba a desmayar. ¡Al contrario! ¡Estaba feliz! Y cuando lo veo aparecer en el balcón no cabía en mí… Y al mes mas o menos me llamó por teléfono… como yo le digo, la amistad más que con el Papa es con el amigo; yo no me tomo ninguna atribución ni voy más allá.
– Y Francisco la llamó…
– Como hay intercomunicador, primero pidió por la hermana Josefina y entonces me pasaron la llamada. Cuando atiendo y pregunto “¿quién habla?”, lo primero que escucho es una voz que retruca: “¿Hablo con la hermana Josefina?” Y ahí le reconocí la voz y le dije: “¡Jooooorge!” Porque le sigo diciendo Jorge, él sigue siendo Jorge, más cuando el pontificado no le ha puesto una corona ni nada de eso. Siempre se presentó como el padre Jorge o el padre Bergoglio. Nunca como cardenal. Doy fe que es un hombre de una sola pieza que no hace valer sus capacidades intelectuales, o espirituales -que las tiene al por mayor- con el “galardón” que pudo haberle dado el nombramiento de obispo, arzobispo, cardenal y Papa. ¡Eso para el no corre!
– ¿Qué impacto ha tenido la figura de Francisco mas allá del catolicismo?
– Él es hombre, pero al mismo tiempo es un hombre que desborda al hombre… es un hombre que desborda a alguien que no es el hombre mismo, el hombre común. Para mí la amistad con Bergoglio es un regalo de esos que nunca soñé, ni siquiera que me iba a encontrar con el Bergoglio joven. Por entonces uno lo quería y lo valoraba de otra manera y ahora me digo: “Mirá Josefina, ¿quién iba a soñar que algún día un sacerdote que te hizo tanto bien espiritualmente llegara a ser el Papa y que lo encontrás como Papa?” Sigue con la misma ternura, con la misma sencillez, con la misma confianza sin haberse apartado un centímetro de eso. ¡Sigue siendo un hombre de bajo perfil en la medida de sus posibilidades! En sus acciones personales da el ejemplo porque sigue siendo el mismo y en sus acciones pastorales se ha magnificado porque mucha mas gente ve cuanto hace y quiere a la Iglesia.
– ¿Y como define al padre Jorge en pocas palabras?
– Lo primero que me nace es que es un hombre de Dios, que deja totalmente abierto el corazón y las manos de Dios para que Dios a través de su corazón y de sus manos vaya convirtiendo, orientando y modelando su vida. Para mí es el hombre de Dios; detrás de sus sonrisas, detrás de sus miradas, detrás de sus bromas, detrás de su palabra, detrás de sus facciones corporales no está el hombre… lo desborda la misericordia! ¡La misericordia…!
Sobre el final de nuestro encuentro no puedo dejar de preguntarle qué modelo de Iglesia se imagina por delante. Piensa unos segundos y con esa sabiduría que dan los años me dice: “El Papa va a llevar a la Iglesia por el camino de la pobreza, tanto espiritual y material, hasta donde Dios le permita. ¡Que vamos a ver cosas buenas, las vamos a ver!”
Fuente: minutouno