La TV pública se anima a algo que no se había hecho nunca hasta el momento. De la mano de Piglia, que realiza la adaptación, se lanza una versión formato serie del clásico de la literatura argentina Los siete locos.
(Barrio de Flores) Roberto Arlt, un escritor fascinado por la invención y la técnica, murió en 1942: nunca conoció la televisión en Argentina, que tuvo su primera transmisión el 17 de octubre de 1951. Arlt pudo haber soñado con la televisión: era una fantasía común, cuando la radio ya había desarrollado cierta cotidianidad de lo instantáneo y el cine había ofrecido varias generaciones de estrellas. Sólo faltaba un poco para que imagen y transmisión a distancia se cruzaran para siempre. Esa sinergia daba sus primeros pasos en Europa casualmente al mismo tiempo que él escribía su obra más poderosa, Los siete locos. Arlt, que en sus novelas construyó personajes como Remo Augusto Erdosain, obsesionados como él con los inventos (y con la chance de hacerse ricos con ellos), abordó también el american dream hollywoodense y la máquina de picar carne de los medios de comunicación masiva, tal vez imaginó que algún día podría él mismo escribir guiones. Pero pasaría mucho tiempo hasta que comenzaran las adaptaciones televisivas y cinematográficas de su obra, como hizo Alejandro Doria con “El jorobadito” y “Noche terrible” (dentro de su ciclo de espaciales para TV de 1996) o las películas Los siete locos, dirigida por Torre Nilsson (1973), y El juguete rabioso (versión de Aníbal Di Salvo y José Maria Paolantonio, 1984, y de Javier Torre en 1998). Hasta ahora, nunca nadie se había animado a la empresa de llevar sus dos novelas más sustanciosas, Los siete locos y su continuación, Los lanzallamas, ejemplos notables de ferocidad escrita, al lenguaje y formato seriado de la televisión. Hasta que Ricardo Piglia –uno de los escritores y críticos que más consistentemente trabajaron sobre la obra de Arlt– se convirtió en la cabeza de un equipo que durante 2014 trabajó arduamente en la adaptación del texto a 30 capítulos de una miniserie. Esa adaptación acaba de culminar para dar paso al rodaje de la serie, que tendrá aire en la TV Pública el año que viene. El titánico proyecto que está en proceso cuenta con la dirección de Fernando Spiner y Ana Pitterbarg y la coordinación de guión a cargo de Leonel D’Agostino. Se trata de una ambiciosa coproducción entre TV Pública, la Biblioteca Nacional y Nombre Productora, cada uno a cargo de diversas tareas y responsabilidades.
En estos días la producción recorre locaciones disímiles, cuidadosamente ambientadas en la década del ’30, para convertir el guión en realidad audiovisual, como por ejemplo la farmacia de Ergueta, un negocio actual convertido en botica histórica, la mítica quinta del Astrólogo en Temperley, los vagones de un tren en donde ocurren acciones definitorias o los estudios de Canal 7 devenidos en la pensión de Barsut, el prostíbulo de Haffner o la oficina de redacción. Por todos estos lugares, desfilan actores que trabajan sobre clima de época y el tono filoso y oscuro de un Arlt revisitado. Entre otros, aparecen Carlos Belloso, Belén Blanco, Daniel Fanego, Diego Velázquez, Daniel Hendler, Marcelo Subiotto, Julieta Zylberberg, Fabio Alberti, Leonor Manso y Pompeyo Audivert. Se nota el trabajo puesto en pintar un mundo magnético que llevan a cabo los directores Spiner y Pitterbarg: entrar al set de la farmacia de Ergueta (interpretado por Alberti), ahí donde Erdosain (Velázquez) recurría tantas veces, es un pasaje instantáneo a la atmósfera amarronada, química y extrema de la novela de Arlt.