Buenos Aires, 07/09/2024, edición Nº 5117
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Los vecinos del barrio Fonavi de bajo Flores recuerdan a Brian y se encierran por miedo

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(Barrio de Flores) La plaza está vacía y en los banquitos apenas se deja ver un grupito de adolescentes. Las ventanas de muchos departamentos están enrejadas. En los balcones hay ropa secándose, bicicletas que no entraron en los ambientes, señoras que toman mate y banderas. Pero no de fútbol. Son las que piden justicia por Brian Aguinaco, el chico de 14 años que murió tras ser baleado por motochorros el 24 de diciembre. Lo recuerdan porque solía pasar sus tardes jugando con sus primos aquí, en el barrio Fonavi.

“Mirá lo que es la plaza. Antes los vecinos nos juntábamos acá. Nos sentábamos en los banquitos mientras los nenes jugaban a la pelota”, cuenta Marilyn, tía de Brian. “Venía a cumpleaños, a ‘piyamadas’ y bajaba de mi casa a jugar a la pelota. No lo dejaba bajar solo; ni a él ni a mis hijos, por más que pueda mirarlos desde el balcón. Es un segundo esto: viene un loco, te roba y te puede matar”, agrega.

Marilyn y sus vecinos explican que la realidad del barrio cambió. Que no siempre vivieron con ese miedo. “Los ladrones te veían caminando con una criatura y eras intocable. Ahora todo lo contrario: las mujeres con hijos somos las más apuntadas. A mi hermana la asaltaron estando embarazada”, cuenta la tía de Brian.

Fonavi es un complejo de departamentos ubicado en la esquina de San Pedrito y Balbastro, a metros del cementerio de Flores. Muchos de sus vecinos participaron de las marchas para pedir justicia por Brian y seguridad. Natalia, una docente de 34 años, recorre la zona con Clarín y cuenta cómo la inseguridad modificó los hábitos de todos. Lo primero que recuerda es que, antes, nadie que no fuera de Fonavi ingresaba al barrio. Habla con su perro al lado; con el que va a todos lados, para estar menos preocupada por los robos. “Nos sentíamos seguras. Podíamos bajar con los chicos a la plaza, los vecinos se sentaban a charlar. Hace dos años que todo cambió. Por los robos no quedó nadie. Ni siquiera están los ‘pibes grandes’ del barrio que le ponían los puntos a los rateritos”.

Natalia comenta que la mayoría de los robos de la zona son de día, tanto de mañana como de tarde. Y que las principales víctimas, además de las mujeres que van con sus hijos, son los adolescentes de 13 a 17 años. Los ladrones -que casi siempre actúan de a dos, en moto y armados- los buscan creyendo que tienen teléfonos celulares de alta gama.

Durante la recorrida de Clarín por Fonavi se escuchan distintos hábitos que se modificaron por la inseguridad: varios vecinos que salen de madrugada a esperar el colectivo evitan hacerlo en la parada. Lo hacen en las escaleras de las torres, para que no los vean los ladrones. Cuando el colectivo se acerca, bajan corriendo y lo frenan. Algunas de las motos que “dormían” atadas con candado a las rejas de las torres también desaparecieron. “Hace poco se robaron hasta la rueda de una moto”, cuenta un vecino llamado Diego, que sufrió un intento de asalto en una esquina del complejo. Y comenta que los autos que quedan estacionados suelen amanecer con una o dos ruedas menos, o con los vidrios rotos.

Para Natalia en la zona “se murió todo”. Y enumera: “Se murió el estar en la puerta de tu casa, se murió el ir a practicar deportes al club del barrio, se murió el recibir amigas en sus casas de noche, se murió encontrar taxis que quieran traerlas a su casa después de las ocho de la noche. Se murió hasta festejar navidad en la calle”.

“Es tristísimo vivir así. Yo después de las siete de la tarde no salgo a la calle. Los vecinos que van al supermercado dejan los celulares en sus departamentos, porque por un teléfono te pueden matar”, explica la tía de Brian. Unos días antes de que mataran a su sobrino también sufrió un robo: dos motochorros le arrebataron el celular cuando caminaba sobre la avenida Asamblea .

Pero no sólo la inseguridad preocupa a los vecinos del barrio Fonavi. También están atentos a la investigación del crimen de Brian y a lo que puede pasar con la causa. Están inquietos ante la posibilidad de que liberen al chico de 15 años detenido por el homicidio. Por eso están organizando más marchas (la próxima sería de noche y con velas) y pidiendo asesoramiento para sugerirle a los legisladores la baja en la edad de imputabilidad, un debate que se instaló en estos días luego de que se conociera la idea del Gobierno de una reforma.

Para hacer más visible el caso ya imprimieron volantes que pegarán en toda la ciudad y reparten calcomanías para los autos. Todas piden lo mismo. Lo que rezan las banderas que cuelgan de los balcones de Fonavi:“Justicia por Brian”. Saben que el caso puede marcar un antes y un después. Y saben, por sobre todas las cosas, que puede volver a pasar. NR

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Fuente: Clarín

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