Nancy Caccia es una de las víctimas del edificio de Bartolomé Mitre y sueña con ponerse las plumas. Un amigo, vecino de Flores, la alojó en su casa, para ayudarla a pasar este difícil momento.
Está vestida todavía con la ropa de aquel día, no recibió ayuda y duerme en el estudio de un productor de espectáculos amigo. Ella sueña con bailar, y no descarta ser vedette.
Desde hacía tres meses Nancy estaba viviendo en la casa de su amigo, dueño de uno de los departamentos del edificio de diez pisos que se desmoronó el viernes pasado. Todas sus cosas y sus ahorros quedaron entre los escombros.
“Una cosa mala tras otra. Hace cuatro meses me separé de mi pareja después de estar juntos un año y medio, y ahora me pasa esto. Me quedé en la nada”, se lamenta Nancy. Unas dos horas antes del derrumbe, la joven había salido del edificio para ir a tomar algo con su amigo, a tres cuadras del lugar. Ellos no notaron previamente nada raro en la construcción. “No había grietas, ni puertas en falsa escuadra”, recuerda. Pero a las 19.30 escucharon un ruido fuerte y vieron pasar gente corriendo.
“Escuchábamos que decían que se había caído un edificio y rezábamos para que no fuese el nuestro”. Pero lo era. “No se entendía nada, nos mirábamos y nos agarrábamos la cabeza. Estábamos todos ahí preguntándonos qué hacer, adónde ir”, cuenta a LIBRE.
A cinco días del derrumbe, la preocupación continúa: “Los 12 mil pesos que tenía ahorrados para alquilarme una casita, toda mi ropa, mi historia y mis recuerdos quedaron sepultados –sentencia–. Todo el material de mis trabajos, los recortes de las revistas en las que salí”.
Nancy está pernoctando en una casa del barrio de Flores. “Es chiquito, pero tengo un techo momentáneo. Ahora necesito conseguir trabajo”.
Pasión. La pasión de Nancy es bailar: se preparó en danza clásica y árabe, y tomó clases de actuación. “Desde que vi El lago de los cisnes me entusiasmó el baile y empecé a hacerlo a los diez años. A los 15 me ofrecieron la beca para estudiar y perfeccionarme en el Colón, pero mi mamá, Blanca, no me dejó. Ella prefería que terminara la escuela. Me cortó la posibilidad de cumplir mi sueño”, se lamenta.
Nancy tiene a su familia en Mar del Plata, y dos de sus cuatro hermanos viven en Capital. “Cuando mi mamá vio la noticia en la tele, me llamó desesperada y llorando. Tenía miedo de que me hubiese pasado algo”, cuenta. Le sigue costando dormir de noche, y a cada instante se le cruza por la cabeza la imagen del polvo y los escombros de lo que fue su casa.
(*) Gentileza Diario Libre.