Buenos Aires, 28/03/2024, edición Nº 4954
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Alentando Ilusiones: la historia de la escuelita de hockey que reúne a 70 niñas del Bajo Flores

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(Barrio de Flores) Entre los pasillos de la villa 1-11-14 empiezan los preparativos para el último entrenamiento de la semana. Los palos de hockey se cargan en un bolso, las bochas en otro y la merienda, una pastafrola de dulce de batata, en una mochila. El sol del jueves va menguando y el cemento caliente de la cancha de básquet empieza a dar tregua.

Allí están las jugadoras más pequeñas, con sus melenas recogidas o en trenzas, formadas en el círculo central para luego comenzar a esquivar conos, saltar y sacar el remate. Algunas de ellas, de entre 6 y 8 años, llevan la camiseta blanca y azul del equipo con el escudo bordado y las letras ADAI. Es la Asociación Deportiva Alentando Ilusiones que nació hace cinco años como una práctica familiar y se transformó en una escuelita deportiva que reúne a 70 niñas y adolescentes del Bajo Flores y de otros barrios cercanos en las prácticas de todas las semanas.

Se escuchan golpes secos de los palos contra el piso, tac tac tac, en la cancha de la avenida Riestra al 1900 que antes de convertirse en un espacio deportivo y de recreación era un baldio olvidado. “Un rato antes de jugar sacábamos las botellas, los vidrios, limpiábamos un poco y le ganábamos un espacio a los chicos que ponían arcos para jugar al fútbol. Así empezamos”, recuerda Patricia Ortega, una de las fundadoras, casi por casualidad, de Alentando ilusiones.

Mientras da indicaciones al costado de la cancha le cuenta a La Nación que el proyecto nació por una necesidad familiar cuando perdió su trabajo y debió recortar gastos. Lo primero que suprimió fue el club donde entrenaban Matías, Camila y Nadia, sus tres hijos, porque no podía pagar la cuota de hockey y fútbol. “Mi idea era que no perdieran lo que hacían en el club, entonces veníamos acá a entrenar. Se empezó a correr el boca en boca y al mes ya eran más de 50 chicas“, dice la mujer que con su familia vive en la villa 1-11-14. Junto a su marido, Sebastián Munita, se convirtieron en los entrenadores, aprendieron el reglamento de hockey, las jugadas y los ejercicios para ponerlos en práctica en los entrenamientos. “Este es un barrio jodido, heavy, por la droga y la delincuencia. Nuestro objetivo era que estuvieran en actividad y eviten todo lo malo”, explica Patricia.

Por la cancha propia
Alentando Ilusiones no tiene cancha propia, tampoco sede social y por eso los entrenamientos son en la plaza del barrio. Sin embargo eso no es una barrera para formar las siete categorías con las que participan en dos torneos en simultáneo, con jugadores de entre 5 y 18 años. “Tenemos que ceder la localía. Siempre jugamos lejos, en José C. Paz, Garin, Tigre, Benavídez o Laferrere. Por eso es importante tener algo a nuestro nombre. Lo primero que necesitamos en la personería jurídica como club deportivo”, cuenta Sebastián.

Los domingos son los días de partido. El programa, para las jugadores de la 1-11-14 comienza temprano, a las 4 am, con la reunión en la esquina de la gomería, como la llaman, para tomar un colectivo de línea hasta Retiro y luego el tren hacia el destino final. “Viajamos con la SUBE y a veces copamos dos vagones de tren”, dice Sebastián. “La experiencia es linda porque vamos compartiendo mates, desayunamos en el tren, llevamos heladeritas con agua y fruta…nadie se olvida más de esos momentos”, remata Patricia.

En cada viaje se mueven más de 50 personas que se alimentan con pizzas, empanadas, sándiwches y tortas que se preparan el día anterior. Esos productos también se venden en porciones en el barrio para juntar dinero y comprar palos, bochas y otros elementos necesarios para practicar hockey (la protección para una arquera puede costar hasta $20.000). Los primeros elementos los consiguieron por donaciones personales y de clubes que también los reciben en sus instalaciones. River Plate, Nueva Chicago, Deportivo Italiano y San Cirano son algunos de los que mostraron solidaridad.

Celeste, Daniela, Karina, Carolina, Silvana, Rosisol, Oriana y Antonela ya terminaron de entrenar. Dejaron los palos y con los cachetes hinflados por la pastafrola que están comiendo hablan atropelladamente. “Me gusta picar la bocha y saltar”, dice una. “Prefiero los partidos más que los entrenamientos”, suelta otra. “Veo mucho hockey en la tele y después practico las jugadas acá”, cuenta otra.

Cerca de ellas la profe Nilda Martínez, de Núcleo Deportivo (un programa del Gobierno porteño que ofrece actividades y profesores en barrios vulnerables), comienza la rutina de ejercicios para las jugadoras de una categoría mayor y algunas adultas. Alentando Ilusiones ya tienen las ganas y la voluntad, solo le falta la cancha. “Es un lugar inseguro, a veces los pibes nos pasan por arriba, vienen a fumar o a drogarse. Muchas veces hay que aplicar la ley del barrio: tomatelas o te rompo la cabeza”, dice Patricia, sin vueltas.

Cómo ayudar a la escuelita: El contacto con Alentando Ilusiones se puede realizar vía mail a patto.ortega@hotmail.com o alentandoilusiones@gmail.com. También en sus perfiles de Instagram, Twitter y Facebook. El programa de Gobierno Núcleo Deportivo colabora con la escuelita. “Son un ejemplo de compromiso, superación y respeto, valores que queremos que vivan todos nuestros chicos y por eso apoyamos su proyecto”, sintetizó el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli. NR

Fuente consultada: La Nación

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