En 1994, un hombre quemó la casa de Matías Bagnato y mató a sus padres, sus dos hermanos y un amigo. El logró escapar. El homicida recibió perpetua, pero salió libre por un error judicial. Ahora está prófugo. Habla el sobreviviente de la Masacre del barrio de Flores.
Matías Bagnato vive con miedo. Hace un año que se siente “preso” en su casa . Es el único sobreviviente de la “Masacre de Flores”, uno de los casos más conmocionantes de la historia policial argentina, donde murió su familia. Y sabe que ahora el asesino está libre, prófugo y que en cualquier momento volverá a llamarlo para amenazarlo .
En la madrugada del 17 de febrero de 1994, Fructuoso Alvarez González –español, casado con una prima segunda de la madre de Matías– prendió fuego el chalé de dos plantas de Baldomero Fernández Moreno 1906 (BarriodeFlores), porque el padre de Matías no le devolvía un dinero que le había prestado.
En el incendio murieron el dueño de casa, José Bagnato (42), su mujer, Olga Plaza (40), sus hijos Fernando (14) y Alejandro (9) y un amiguito que se había quedado a dormir esa noche (Nicolás Borda, de 11 años).
Matías, que tenía 16, escapó del fuego por la ventana de su habitación , en el primer piso.
El asesino fue capturado cuatro días más tarde y condenado a perpetua en noviembre de 1995. Pero gracias a un tratado, en 2004 fue extraditado a España para que completara la pena allí. En 2008 lo liberaron, pero este año se supo que había falseado datos para lograrlo y volvieron a ordenar su captura.
Matías se enteró de la liberación por boca del propio Alvarez González, que hace un año empezó a llamarlo por teléfono para amenazarlo. “Los llamados fueron siempre muy cortos.
Preguntaba por mí, me decía ‘estás muerto’ y me cortaba.
Hace un año que estoy con custodia, preso en mi casa, no hay palabras para describirlo”, le cuenta a Clarín . “En el momento de la condena sentí un poco de paz. Creí que se iba a hacer justicia, que él iba a pagar con lo máximo que se podía pagar en este país, pero me doy cuenta de que la perpetua es un verso, no existe ”.
Hoy, 17 años y 7 meses después de la masacre, Matías vuelve con Clarín a aquella casa, adonde ahora vive otra familia. “Estoy temblando. Para mí es terrible venir acá. El frente está igual. Lo único que le pusieron son las rejas negras en las ventanas. Hasta la chapa de la dirección es la que compraron mis viejos”, señala, conmovido.
Matías, ya con 33 años y un pasado de fama en el reality Gran Hermano 3 (en 2002, fue finalista), vive con su abuela materna, Norma Calzaretta (83). Ella se salvó de morir en el incendio porque la mañana anterior había viajado a Mar del Plata con amigas.
“Si un tipo hace la monstruosidad que hizo este animal, de prender fuego una casa con tres chicos adentro, ¿en la cabeza de quién entra que puede cambiar o resocializarse? ¿Ya dejó de ser un asesino? Mató a tres chicos. Y en sólo 13 años puede caminar libremente . Tendríamos que empezar a exigir que las leyes cambien”, se angustia. “Un tipo como éste no puede salir nunca más de la cárcel.
Hoy la vida de mi familia significa para la Justicia argentina 13 años y nada más . Otra vez este tipo suelto, otra vez corriendo el riesgo de que me mate a mí, a mi abuela. Es una pesadilla que nunca termina”.
Matías está indignado. “ Siento que la Justicia me mató a mí también . ¿A mí quién me devuelve este último año que viví? ¿Quién me devuelve estas noches que estoy pasando, que no puedo pegar un ojo? ¿Quién me devuelve ver a mi abuela destruida?”, dice.
Pese al dolor y la bronca, Matías jura que nunca pensó en un vengarse. “Hay amigos que me dicen: ‘Si a vos te pasara lo que te pasó, voy y lo mato’. Pero tenés que ser un asesino como él para hacerlo, aunque adentro mío quisiera terminar con él de una vez”, señala.
“¿Qué le dirías al asesino si lo tuvieras cara a cara?”, le pregunta Clarín . Matías no duda: “Primero le preguntaría por qué tanta saña y tanto odio con nosotros. Y lo segundo que le diría es que quiero vivir tranquilo, que nos deje en paz de una vez. Ya nos sacó todo, nos arruinó la vida y esto que está pasando ahora, más allá del miedo, no me paraliza porque ya me quitó todo. A él no le va a salir todo redondo como siempre.
Siempre pensó que era Dios y podía con todo. Yo tengo una cruz, pero él va a tener esta cruz que soy yo . Al asesino no le va a salir tan gratis todo lo que hizo”.
Fuente: Esteban Jensen/Clarín