Buenos Aires, 24/04/2024, edición Nº 4981
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Atender a oscuras: una noche de terror en el Hospital Piñero

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(Barrio de Flores) “Fue tétrico, una película de terror”. Así describió una de las médicas del Hospital Piñero la guardia que cubrió desde las 20 del miércoles hasta las 8 de la mañana del jueves 2 de marzo.

La electricidad se había cortado a las 16 en la zona del barrio de Flores donde está ubicado el hospital, complicando muchas de las tareas de los médicos, enfermeros y trabajadores del establecimiento. A los casi 40 grados de sensación térmica se sumaron la suspensión de las cirugías programadas y la imposibilidad de diagnosticar muchos de los cuadros médicos que fueron llegando a lo largo de la tarde y de la noche.

“El tomógrafo, el sector de rayos para hacer placas, el área de bacteriología para analizar las muestras, la atención en consultorios, las extracciones de sangre, el sistema informatizado que tiene el hospital para las historias clínicas… Nada de eso funcionaba”, explicó la médica residente que trabaja en el hospital desde hace cuatro años.

Pero la situación se volvió realmente crítica cuando bajó el sol. Con el predio del hospital a oscuras, la sala de la guardia fue un caos. “No podíamos diagnosticar, no podíamos hacer un cultivo, una placa, o una tomografía; la situación era imposible”, contó a Infobae otro de los médicos que estuvieron en esa guardia.

En el sector de ambulancias, los handies con los que se comunica la central del SAME se fueron descargando, por lo que tampoco se pudieron atender muchas de las emergencias que se presentaron durante la noche.

El dato importa porque el Piñero es el hospital de la Ciudad de Buenos Aires con una de las áreas programáticas más grandes, esto es, con una mayor cantidad de zonas geográficas a su cargo. De acuerdo a información del censo de 2010, esta zona abarca parte de las comunas 7, 8, 9, 10 y 6, y tiene a su cargo una población de aproximadamente 330.000 personas, distribuidas en 35 kilómetros cuadrados. En extensión, representa la quinta parte de la superficie total de la ciudad.

Además, se trata de una zona vulnerable: su área programática cubre varias de las villas o asentamientos más grandes de la ciudad, entre ellas la 1-11-14, a pocas cuadras del hospital. Por eso, explican los médicos, “los ingresos de heridos de bala son cosa de todos los días, pero esa noche teníamos que arriesgarnos a derivarlos a otro hospital”.

De los dos generadores eléctricos que posee el hospital, la noche del jueves funcionó sólo uno, que dio energía a las áreas del ‘shock room’ de la guardia, el laboratorio, la terapia intensiva y neonatología –estas dos últimas en pabellones ubicados a unos cien oscuros metros de distancia.

Según los médicos, situaciones de este tipo ocurren todos los años cuando empiezan los calores. En el 2013, puntualmente, un corte de electricidad que duró 48 horas provocó que las heladeras del laboratorio se apagaran y se tuvieran que tirar litros de la sangre almacenada para transfusiones. Ante esa situación, los médicos hicieron un corte sobre la calle Varela hasta que finalmente Edesur restableció el servicio.

“El hospital no está preparado para seguir funcionando ante una eventualidad de este tipo, y por eso lo más correcto hubiera sido evacuarlo”, explicaron a Infobae.

Además de la responsabilidad que podría caberles a las autoridades del hospital, los médicos reclaman al Gobierno de la Ciudad un plan de contingencias para casos de este tipo, comenzando con el suministro de los generadores necesarios para el correcto funcionamiento de un área tan sensible como es la de Salud.

“Las víctimas” de una noche de terror en el Piñero

Entre los casos que llegaron a la guardia del Piñero la noche del jueves está el de una mujer con una fractura de cadera, a la que no le pudieron hacer una placa ni comenzar el tratamiento, y tuvo que ser derivada a otro hospital.

También ingresó un hombre con tres heridas de bala en el cuerpo: una en el tórax, otra en la pierna y la tercera en el hombro. No pudieron saber si había fracturas, si había sangre en el pulmón o si el pulmón directamente había colapsado. Hubo que trasladarlo al Santojanni, lo que implicó que el cirujano de la guardia se tuviera que subir con él a la ambulancia, acompañarlo mientras lo diagnosticaban, y como allá no tenían camas disponibles, llevarlo de vuelta al Piñero para que fuera internado.

Otro hombre llegó a la guardia después de sufrir un accidente en su motocicleta. Como se le salió el casco, tenía la cara lastimada y gritaba del dolor en una muñeca. Pero como no pudieron hacerle placas ni de cabeza ni de muñeca, no pudieron diagnosticarlo y la familia lo subió a su auto y se lo llevó al Hospital Durán. Se supone, explican los médicos, que la única forma de trasladar a un paciente en esa condición es en una ambulancia, pero en el caso del sector de traumatología, “la situación fue crítica toda la noche”.

El área de internación, con unas 80 camas permanentes, también sufrió las consecuencias de la falta de electricidad. En medio de la oscuridad y del calor agobiante, los médicos y los enfermeros apenas podían controlar a los pacientes con la luz de una linterna. Peor era la situación de aquellos que reciben medicamentos, alimentos o tranfusiones proporcionadas a través de bombas de infusión, que dependen de la electricidad.

Si alguno de los pacientes de internación tenía una complicación como un paro, por ejemplo, teníamos una máquina para reanimarlo con una batería de dos horas de duración. Pero si les pasaba a dos pacientes, íbamos a tener que elegir”. NR


Fuente: infobae

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