El papa Francisco afirmó que espera que la muerte lo encuentre en Roma, ya que descarta regresar a su Argentina natal, según una entrevista que forma parte de un libro, cuyo anticipo fue publicado por medios argentinos este sábado.
“Siendo Papa, ya sea en ejercicio o emérito. Y en Roma. A la Argentina no vuelvo”, destacó el pontífice ante la pregunta “¿cómo imagina su muerte?”.
De su respuesta se desprende no sólo que no regresaría vivir a Buenos Aires, sino que no descarta que su papado pueda concluir con una renuncia, dado que se imagina, como Benedicto XVI, papa emérito. Esto también confirma que en buena medida Joseph Ratzinger, con su histórica decisión del año 2013, sentó jurisprudencia en lo que concierne a la sucesión vaticana.
Jorge Bergoglio dijo también que la muerte es un tema en el que piensa aunque esta no le produce temor “en absoluto”, si bien resaltó que se encontraba “muy bien”.
El Papa habló sobre la salud y los problemas que tuvo a lo largo de su vida, entre los que se encuentran un “cuadro pulmonar severo” en 1957 y la neurosis ansiosa que padece.
La conversación forma parte de su libro La salud de los papas. Medicina, complots y fe. Desde León XIII hasta Francisco, que saldrá a la venta el próximo lunes en Argentina y que posee distintos capítulos sobre este tema al respecto de la vida y muerte de los pontífices.
“Es un libro histórico, atrapante y único. Histórico porque todo lo que se cuenta es cierto y documentado; atrapante porque es una historia que supera cualquier ficción y único porque por primera vez un papa habla de su salud con la claridad que lo hizo Francisco”, afirmó el autor.
“Tengo bastante domada la ansiedad. Cuando me encuentro ante una situación o debo enfrentar un problema que me produce ansiedad, la atajo. Tengo distintos métodos para hacerlo. Uno de ellos es escuchar Bach. Me serena y me ayuda a analizar los problemas de una manera mejor. Le confieso que con los años he logrado poner una barrera a la entrada de la ansiedad en mi espíritu. Sería peligroso y dañino que yo tomara decisiones bajo un estado de ansiedad”, agregó.
Francisco habló también de sus neurosis, a las que describió como una mezcla de ansiedad y de tristeza, y afirmó que “hay que cebarles mate” y “acariciarlas también”, ya que “son compañeras de la personas durante toda su vida”.
“Es muy importante poder saber dónde chillan los huesos. Dónde están y cuáles son nuestros males espirituales. Con el tiempo, uno va conociendo sus neurosis”, matizó.
También habló sobre la psicología, de la que dijo que su estudio “es necesario para un sacerdote”, y aunque afirmó que nunca se psicoanalizó, contó como recurrió a la ayuda de una psiquiatra durante un momento delicado de su vida.
“Nunca me psicoanalicé. Siendo provincial de los jesuitas, en los terribles días de la dictadura, en los cuales me tocó llevar gente escondida para sacarla del país y salvar así sus vidas, tuve que manejar situaciones a las que no sabía cómo encarar. Fui a ver entonces a una señora —una gran mujer— que me había ayudado en la lectura de algunos test psicológicos de los novicios. Entonces, durante seis meses, la consulté una vez por semana”, concluyó.
El Papa Francisco destacó la labor de los jóvenes de Scholas
Francisco habló de su periodo con sobrepeso y los consecuentes problemas del corazón. Según él mismo aseguró, respondía a un desequilibrio entre el funcionamiento del páncreas y del hígado diagnosticado como esteatosis hepática o hígado graso.
“Diagnosticado el caso, el médico me prescribió una dieta que me permitió adelgazar y normalizar el funcionamiento del hígado. La verdad es que me siento mucho mejor”, aclaró Bergoglio.
Además, compartió que, desde que fue nombrado Papa, tiene un profesional designado que es quien está a cargo de su salud que lo atiende en el Vaticano. “Su cargo es el de arquiatra pontificio. Se trata del doctor Fabrizio Soccorsi. Es uno de los hepatólogos más renombrados de Italia. Es un médico jubilado”.
“Viene, me hace la revisación y un extraccionista me toma las muestras de sangre para los análisis. Viene cuando se lo llama, porque los médicos son muy buenos pero hay que tenerlos lo más lejos posible”, bromeó Francisco.
Divertido, el Papa contó una anécdota sobre el tema: “Usted sabe que los análisis nunca van a mi nombre. Entonces, en uno de los primeros chequeos que me hicieron, el jefe del laboratorio donde se llevan las muestras de sangre lo llamó al médico y le dijo: ‘Mire, los resultados de los análisis están todos dentro de los parámetros de la normalidad. Eso sí, preste más atención a la edad. Usted puso 78 años y los análisis corresponden a los de un hombre de unos 45′.
El más reciente problema de salud que tuvo el papa Francisco se relaciona con su columna, con la ciática en particular. Una dolencia que no pone en riesgo su vida pero que es invalidante por los dolores que provoca. Bergoglio se muestra optimista con el tratamiento preventivo que sigue.