Matías Bagnato (38) no puede dormir ante la posibilidad de que le otorguen salidas transitorias al hombre que quemó viva a su familia en su casa de Baldomero 1906, en 1994.
(Barrio de Flores) Pasaron casi 22 años y las heridas no solo no se cerraron, sino que se acentuaron. En 1994, Matías Bagnato, entonces un adolescente, fue el único sobreviviente de “La masacre de Flores”, cuando un hombre que había sido amigo y socio de su papá quemó viva a su familia en la casa de Baldomero 1906: murieron el matrimonio, dos de sus tres hijos y un amiguito de 11 años que, esa noche, se había quedado a dormir fuera de su casa por primera vez. Matías se salvó saltando desde la ventana de su habitación, en el primer piso. El asesino, Fructuoso Alvarez González, fue detenido, luego se fue a España, adonde quedó libre por un “error” judicial, y cayó nuevamente en 2011. Ahora le podrían dar salidas transitorias, un beneficio que, de concretarse, tiene sin dormir a Bagnato, hoy de 38 años.
“Tengo miedo de que venga y me mate. Lo creo capaz de cualquier cosa. Si lo liberan, va a terminar con la masacre: soy su cuenta pendiente”, le dice angustiado Matías a Clarín, quien está de licencia médica en la aerolínea para la que trabaja y cuenta que está yendo al psiquiatra.
Alvarez González es español (de Asturias) y lo condenaron a perpetua en noviembre de 1995. Está preso en la Unidad Penal N° 2 de Ezeiza, dependiente del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Allí pasa sus horas solo, sin recibir visitas.
La masacre ocurrió el 17 de febrero de 1994. Esa noche, el hombre prendió fuego el chalé de dos plantas de Baldomero Fernández Moreno 1906, molesto porque José Bagnato (42) no le pagaba un dinero que le debía. Murieron el dueño de la propiedad, su mujer, Alicia Plaza (40), sus hijos Fernando (14) y Alejandro (9) y un amiguito, Nicolás Borda (11), que tuvo un destino absurdamente trágico, ya que se había quedado a dormir esa noche por primera vez fuera de su casa.
Matías ahora vive con su abuela materna, de 87 años, que está al tanto de todo lo que pasa y tiene miedo por lo que pueda pasar con su nieto. Es que la defensa de Alvarez González pidió que sea beneficiado con salidas transitorias, lo que fue rechazado por el juez de Ejecución Penal José Pérez Arias (reemplazante del desplazado Axel López) y ahora la nueva Cámara de Casación Penal –integrada por Eugenio Carlos Sarrabayrouse (postulado por el Gobierno para integrar la Corte Suprema), Pablo Jantus y Horacio Leonardo Días– será quien resuelva la cuestión.
Pero Bagnato avisa que va a resistir. “De los requisitos para que le den el beneficio, Alvarez González cumple uno solo: la cantidad de tiempo que pasó detenido”, admite, aunque advierte: “No puedo cerrar la historia. Ya pasaron 21 años, no es vida ya, estoy con tratamiento psiquiátrico, medicado, no puedo dormir de noche”.
El autor de la masacre ya había estado detenido en un régimen semiabierto, en la provincia del Chaco. Pero el juez Pérez Arias, no bien asumió, ordenó que regresara a Ezeiza, tras más de un mes en el norte del país.
Alvarez González (55) tiene tres hijos, aunque según cuentan allegados al caso ninguno de ellos lo visita en Ezeiza. Tampoco su segunda esposa. “Quemó viva a mi familia y me echa la culpa a mí de estar preso, me la tiene jurada. No entiendo por qué tiene esta bronca conmigo”, se pregunta Matías.
“Ya liquidó a mi familia entera, no quiero perder mi trabajo, mi familia, mis amigos”, dice para descartar que tenga pensado irse del país por temor a que le pase algo. Bagnato recuerda que cuando el español quedó libre, en 2008, en su país (lo habían extraditado), se enteró de su propia boca, porque el hombre lo llamó por teléfono a su casa. “Preguntó por mí y me dijo: ‘estás muerto’ y me cortó. Lo hizo varias veces”, indica.
Matías no se resigna a esperar sentado lo que pase. Y aunque todo lo que haga revivir el horror, sigue dando pelea. “Llevo 21 años muerto en vida y no me dejan renacer”, se lamenta.