Escribe el Dr. Hugo C. Perri (*)
El Día de la “Soberanía Nacional” evoca el 20 de noviembre de 1845 cuando en el Paraná, en el estrecho recodo que hace el río en el paraje conocido como la “Vuelta de Obligado”, se libró el Combate homónimo, que fue el primero. La contienda se había iniciado siete días antes y el General José Francisco de San Martín, radicado en el exterior, estaba al tanto de los acontecimientos. El Brigadier General Juan Manuel de Rosas presidía la Confederación Argentina, ejercía el cargo de Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y fue quien designó al General Lucio N. Mansilla al mando de las tropas patriotas, en inferioridad de condiciones desde todo punto de vista. Aun así ofrecieron heroica resistencia. Los enemigos eran Gran Bretaña y Francia, las dos más grandes potencias políticas, económicas y militares de la época que se unieron para atacar Buenos Aires. La escuadra anglofrancesa tenía diversos propósitos geopolíticos, pero la real motivación de su accionar era económica. A punto tal que a los navíos de guerra los secundaban alrededor de cien buques mercantes, que aspiraban a navegar el río Paraná para imponer y vender sus productos. No existía el libre comercio dadas las restricciones aduaneras impuestas por el “Restaurador de las Leyes” para favorecer el mercado interno y reafirmar los derechos soberanos. Una de las personalidades de la cultura que más sabe del tema es el médico psiquiatra, cronista e historiador doctor Mario Ernesto “Pacho” O’Donnell. En un didáctico artículo titulado “En Obligado ¿ganamos o perdimos?, publicado en el diario La Nación el domingo 20 de noviembre de 2016, afirma que “es, junto con el cruce de los Andes, una de las dos mayores epopeyas militares de nuestra Patria”, que “Rosas y Mansilla sabían que los invasores lograrían superar la primer barrera” y que “La “derrota” era parte del diseño bélico patriota”. Ese 20 de noviembre las fuerzas propias, con ingenio y sorpresiva premura, tendieron en el lugar tres gruesas cadenas sostenidas por dos barcazas para dificultar y retardar el avance de la armada invasora. El lapso que duró la dilación le permitió a los locales abrir fuego, causarle numerosas bajas a los soldados y marineros de los oponentes y serias averías a sus convoyes. Ello gracias a los disparos de las cuatro piezas de artillería emplazadas en el lugar. Si bien lograron romper el encadenamiento y navegar el Paraná a lo largo y ancho, de ida y vuelta, debieron soportar el ataque de las baterías de Quebracho, del Tonelero y de San Lorenzo. Atendiendo a estas particularidades el mentado O’Donnell sostiene que correspondería hablar de la “Guerra del Paraná”. Por la forma en que se desarrollaron los hechos los beligerantes se vieron obligados a capitular y aceptar las condiciones impuestas por los patriotas, que eran tres: abandonar el Río de la Plata, hacer una salva de 21 cañonazos en homenaje y desagraviar el pabellón nacional. Para ese entonces el “Santo de la Espada” ya había testado en 1844 y legado su sable corvo, comprado usado en Londres en el año 1811, a Rosas por “la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”. Cuenta el escritor y periodista Rodolfo Piovera, en su libro “El Sable” (editorial Atlántida, buenos aires, año 2012) que enterado de los sucesos el Libertador quiso adelantarle la entrega del sable a su camarada de armas, sin aguardar hasta el final, pero el deseo no se concretó. También relata quelas banderas argentinas incautadas como trofeos permanecieron, desde el año 1845 hasta el gobierno del expresidente Carlos Menem, en el “Hótel National des Inválides de París” donde descansan los restos de Napoleón Bonaparte. A raíz de las tratativas diplomáticas entabladas entre las partes otrora, los estandartes fueron restituidos a la Nación Argentina. El 20 de noviembre es feriado nacional en virtud de lo dispuesto por el DNU N° 1584, datado el 3 de noviembre de 2010. Ese año, en ocasión del aniversario de la gesta y con el marco del “Bicentenario de la Patria”, se inauguró en el distrito bonaerense de San Pedro una obra alusiva del pintor y escultor Rogelio Polesello. Simula una gran valla circular de eslabones de cadenas, iluminada por una llama votiva rodeada por una estrella federal rojo punzó de ocho puntas. El venidero 20 de noviembre cae en sábado, pero por efecto del cambio del cronograma calendario el feriado se traslada al lunes 22.
Sentido homenaje a los policías de la Ciudad caídos en el cumplimiento del deber
Cualquiera sea la fecha, lo que vale es rendir sentido tributo a la memoria de aquellos federales que levantaron las banderas de Independencia, Libertad y Unidad Nacional. Del mismo modo como lo hicieron, 137 años después, los efectivos de las tres fuerzas armadas, de seguridad y algunos civiles en la “Guerra de las Malvinas e Islas del Atlántico Sur”. Máxime cuando el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional son los símbolos de la “Soberanía de la Nación”, según lo consigna el Decreto N° 10.302 del 24 de abril de 1944. No tendría que haber excusa para no hacerlo y dejar de exclamar, con el pecho henchido de emoción ¡Vivan la “Patria” y la “Soberanía Nacional”. Al fin de cuentas fue “una gesta victoriosa en defensa de nuestra soberanía, que puso a prueba exitosamente el coraje y el patriotismo de argentinas y argentinos”, al decir del citado articulista. La Batalla de la “Vuelta de Obligado” es reivindicada, entre otros, por el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, que supo presidir con maestría quien fuera en vida el prestigioso profesor doctor Alberto González Arzac, del que tuve el honor de ser su alumno cuando dictaba la materia Derecho Constitucional II en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA.
(*) El Dr. Hugo C. Perri es vicepresidente de la Asociación Patriótica de San José de Flores.